miércoles, 4 de agosto de 2010

SOCIALIZANDO

Jara es la perrita de Abraham, Isabel, Lola y Celia; es la de la derecha y aunque ha salido un poco acobardada es una falsa impresión (yo creo que el pelo de las orejas le pesa demasiado) porque en realidad ella era la dueña de la casa en Rodalquilar y tenía más amos que Coco, que al fin y al cabo sólo somos Esteban y yo.
Nada más llegar decidimos ir a comer fuera y el plan era que las perras se quedaban solas en casa, "para que se hicieran amigas". Yo no se cómo se las arreglaron mientras estuvimos por ahí pero el caso es que cuando volvimos Coco estaba acurrucada al lado de nuestras bolsas de ropa y Jara campaba a su aire. Amigas, amigas, lo que se dice amigas, yo creo que no lo son. Se miran, se huelen, juguetean algo (sobre todo lo pide Coco que es más jovencilla, tres meses menor) y conviven con tranquilidad. Otro cantar son los perros de la calle y el parque. Todos los días salgo con Coco para dar su paseo. Varios son los objetivos; hacer ejercicio (yo mas que ella), conocer el barrio en el que vive (ella mas que yo), y socializar (sólo ella, porque a mi me espanta). En cuanto divisamos algún perro en el horizonte ya estamos en tensión. Luego viene la fase de acercamiento, que yo facilito consciente de que, como "madre", debo hacer de introductora de amiguitos, el olisqueo, y, finalmente, el interés o la indiferencia. A veces acuden varios perros al tiempo y Coco entra en pánico con algunos, da vueltas a mi alrededor, grita bajito (no ladra, yo creo que no tiene ni fuerzas) y me pide brazos. No me parece mal. Porque a mi tampoco me gusta nada eso de tener que hacer amigos por hacerlos; creo que no hay ninguna necesidad.

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