martes, 26 de abril de 2011

AY, LAS VACACIONES Y EL "CLEMENTISMO"

Me parece que Coco ya está recuperada de las vacaciones de Semana Santa. Hemos pasado varios días en Almería, fantásticos, y ha sido un no parar. Aquí está subida al poyete de la inmensa terraza de la casa de Juan Morales y Laura en Castell del Rey. Ha habido algún día que hemos cambiado de localización cada dos horas, que se dice pronto. La pobre Coco no encontraba momento para dormir. Recuerdo un día que la cogí en brazos y se me quedó frita al instante, pobrecita. De todas formas he de decir que estas vacaciones han sido estupendas en el sentido de que no he padecido de "clementismo". Para los que no sepan lo que es diré que el término, que procede de unas fiestas de San Clemente no recuerdo muy bien de dónde, lo acuñaron mi primo Polo y Félix Leiro, creo. Y la cosa consiste nada menos que en querer huir a toda costa del sitio en el que se está. Profundizando más en el tema, el otro día en Camorritos con Esteban, Abraham e Isabel, hemos llegado a la conclusión de que padecen más de "clementismo" los que no tienen coche, de hecho el orígen fue ese, querer irse de un sitio y no saber cómo. Ampliado el término, llega hasta el caso de querer irse por estar hasta las narices. En esta ocasión a mi no me ha pasado pero le ha ocurrido a otros, por ejemplo a Miqui, María José y Arturito, que huyeron anticipadamente de la casa de María José, Pedro y Leo en El Toyo y yo, que lo he padecido en carnes y me he fustigado y sentido culpable por escapar en alguna ocasión, tengo que decir que, visto desde fuera, produce mucha ternura.

sábado, 9 de abril de 2011

COCO ENTRE LAS FLORES

El parque está lleno de flores y Coco va de una a otra correteando y olisqueando entre ellas. La primavera ha brotado en todo su esplendor, he aquí una frase hecha que resume perfectamente lo que ocurre estos días. Mola, renueva energías y proyectos. Ayer, en el cumpleaños de Teresa Ordás, que reunió a un buen ramillete de mujeres estupendas, todas amigas suyas y por eso inteligentes, divertidas y estilosas, se lo contaba a un par de ellas: que hace mucho, no recuerdo quién, me explicó que yo tenía mucha suerte de vivir en un lugar en el que hay diferentes estaciones porque los sitios en los que siempre tienen el mismo clima es más difícil renovarse. Es verdad, para mí el simple hecho de sacar y guardar la ropa del armario hace que me ilusione y tenga una actitud de cambio. Y para comenzar la temporada, harta de verme siempre con la misma media melena, aburrida, seria y formal, me he cortado el pelo. Y a Coco también. La pobre tenía tantos nudos que ya parecían rastas y no había manera de peinarla sin hacerle daño. Como no quería ponerla en manos de la misma peluquera que le hizo el desaguisado el año pasado me fui a otra que me aseguró que no hacía falta raparla. Y allí llegamos las dos unidas por su correa, pero al entrar en la tienda no se cómo demonios lo intuyó que quiso salir corriendo; se iba hacia la puerta y me miraba como diciendo: "vámonos, que no se nos ha perdido nada aquí". Volví un par de horas después y me encontré con una perrita más delgada que nunca, con los ojos más grandes y las orejas más pequeñitas. Diferente. Dicen que cada diez años hay que cambiar de vida, o hay que buscar cosas en la propia vida que le den un giro. Yo no he echado las cuentas porque he tenido tantos cambios que hasta creo que me he enganchado a ellos y ya no se vivir de otra manera.