viernes, 10 de junio de 2016

CON MUSA (Y AJO, SU DUEÑA)


Coco mira con admiración a Musa; es su heroína porque la ve suelta y segura en la plaza de las Comendadoras, dominando, sin miedo a los otros perrillos que por allí pasean y juegan. Yo, por mi parte, abrazo a Ajo, mi micropoetisa favorita, que acaba de publicar nuevo libro, La perrina y yo. Había quedado con ella porque quería entrevistarla a propósito de la creatividad, que me ha dado ahora por ahí y estoy disfrutando muchísimo hablando con gente que tiene mente brillante como ella. Me habló de creatividad y de otras cosas, todas muy emocionantes, porque Ajo lleva la emoción a flor de piel y se mezcla con la risa y a veces con la indignación. Y también me contó que una de las cosas de las que se siente más orgullosa es de Musa, esta preciosa westin que llegó a su vida hace ya 9 años y que va a todas partes con ella. Me dijo que por aquel entonces nadie daba un duro por esa relación y ha demostrado a todos que se ha ocupado, y se ocupa, maravillosamente bien de la perrina. Musa protagoniza el nuevo libro de Ajo, en el que Ajo es mas Ajo que nunca, y leerlo es entrar en un mundo de reflexiones profundísimas disfrazadas de micropoema, de recuerdos que arrugan el corazón y de personajes queridos a los que echamos de menos. Leopoldo (Alas) está presente porque Leopoldo tiene mucho que ver con la perrina; animó a Ajo a abrir aquel diario fotográfico de Musa María y también a escribir este libro, que comparó con Platero y yo, que, por cierto, recitaba con voz de Félix Rodríguez de la Fuente.

martes, 24 de mayo de 2016

POR LA OTRA PUERTA


Aquí está Coco posando en la escalera de servicio de nuestra casa en el paseo de Rosales. Las normas de la vivienda dicen que los perros deben entrar por aquí; sólo pueden hacerlo por la puerta principal si los lleva el dueño en brazos. Por supuesto, yo suelo acarrearla como si fuera un bebé casi siempre, aunque a veces me salto las reglas, cosa que me encanta -porque no entiendo que Coco vaya a manchar el suelo con sus almohadillas mas que los zapatos de cualquier vecino-, y entra toda chula atravesando el portal moviendo su rabito contenta y feliz. 
La entrada de servicio tiene una gran ventaja y es que, a veces, prefiero ir por ella, sobre todo cuando salgo, ya que, aunque el portero tiene visibilidad y antes de que mi mano llegue al picaporte ya está abriendo la puerta desde su lugar con el interruptor automático, me permite saludar desde lejos simplemente con un "gracias, buenos días" y retrasar la obligada charleta sobre el frío o calor que hace hoy hasta la vuelta.
El pasillo de servicio es, como se ve en la foto, un escenario digno de tener en cuenta para una película. La casa tiene su aquel. En la fachada hay una placa con el nombre del arquitecto, Vicente Eced y Eced -el que con Luis Martínez-Feduchi diseñó y construyó el Edificio Carrión, también conocido como Edificio Capitol, en la Gran Vía- y el año de construcción, 1971. La verdad es que yo, que llegué a esta zona allá por 1968 -mi padre aún sigue viviendo en Princesa-, no recuerdo lo que había antes aquí ni cómo se levantó este edificio que, al parecer, se proyectó para ser un hotel y sobre la marcha se transformó en viviendas, de ahí sus pasillos y la amplitud de la entrada o recepción -y esto sí que es vintage puro, con un mostrador increíble y un mueble radio alucinante-, con distintos salones y ascensores. 

miércoles, 11 de mayo de 2016

SEGUNDA TEMPORADA: LA SEÑORITA COCO


Como en las series de televisión aquí comienza la segunda temporada del blog de Coco
Desde el último post a éste Coco ha vivido muchas cosas, no en vano han pasado 4 años, y ha sido necesario asimilarlas. Podríamos ver un rápido montaje con escenas que nos muestran el final de la relación de sus "papis" (separación de Esteban); muerte de su "abuela" (mi madre); nacimiento de su "sobrina" (mi nieta Manuela); casa nueva de su "hermano" (Ignacio) y Cristina en Aravaca; traslado desde Pozuelo a Rosales con su "mami" (yo, claro), como dos reinas, y reuniones en el nuevo patio con amigos como Chusa, Maca, Helena, Sol, Alex, Teresa, Susana, Fernando, Angel, Olga, Juan, Yolanda y Anel, entre otros muchos; independencia de sus "primas" (mis sobrinas Paloma y María) en sus pisos de la calle Génova, la primera, y por la zona de Cuatro Caminos, la segunda; fines de semana con su "tía" Mamen y José Luis en Carrascalejo (Cáceres); viajes a Roquetas de Mar (Almería) para visitar a la tía Trini y pasar algunos días en la playa; y alguna que otra escapada a Sevilla, a casa de Gloria
En este tiempo hay personas que han desaparecido de su vida, sí, pero también se han incorporado otras. Como los porteros de la casa de Rosales, entre ellos Miguel, que desde el primer día empezó a llamarla "Señorita Coco" y con ese nombre se ha quedado para los otros tres: Rubén, Carlos y Manuel; Gladis y Mayerli, que se ocupan de la casa de mi padre y de cuidarle a él; Félix, el vecino de arriba de mi padre, que a sus 90 años entra y sale con una soltura envidiable y siempre tiene palabras cariñosas para ella; Albina, que ha tenido otro niño, y su hermana Lidia, que volvió para sustituirla y se reencontró con Coco a la que había conocido recién llegada a casa, con sólo dos meses y medio; mi prima María Pilar, forofa del Atleti como mi padre, con la que nos reunimos para ver partidos en la casa de Princesa, en la suya, la Casa de las Flores, o en el imprescindible Argos, antes Herza, donde ver futbol, que a mi me ha aburrido siempre, empieza, por lo menos, a ser entretenido.
Coco ha cambiado, basta con mirar las fotografías de antes. Ya tiene 6 años, los cumple precisamente el mismo día que cumplía años mi madre, el 26 de febrero, algo que a ella le hacía mucha ilusión. Podríamos decir que ha engordado algo, bueno, sí, barriguita; que el pelo es más blanco, sí, y más rubio también; y que duerme mucho más. Pero fundamentalmente el paso del tiempo lo noto en su cara y en su mirada (siempre pendiente de mí, eso sí) que es como mas reposada, más tranquila, más sabia, y eso me produce una ternura infinita; a veces le cojo su carita y con ella entre mis manos, mirándole a los ojos, le digo: ¡nos hacemos mayores, Coquito, y aquí sigues a mi lado viviendo conmigo otras cosas!
(Si queréis echarle un vistazo a unas fotos que muestran cómo envejecen los perros, podéis verlo aquí)