miércoles, 29 de septiembre de 2010

CON MARÍA Y MAMEN

Hace unos días me crucé con unos vecinos mientras daba su paseo a Coco. Me extrañó verlos sólos, sin su perra, y les pregunté por ella. Resulta que había muerto mientras estaban de vacaciones. Su hijo la había sacado de paseo y cayó fulminada al suelo. Tenía 11 años, y era una golden preciosa que siempre estaba en la puerta de casa. Me contaban emocionados lo tristes que estaban y que habían sido muy felices con ella, y me dijeron "era una más de la familia y ella lo sentía así".
Yo creo que Coco también se siente en familia. Y el otro día conoció a María, mi sobrina, la hija mayor de mi hermana Mamen. A Mamen ya la habíamos visitado un día en su trabajo después de pasar por la clínica de Candela, que está muy cerca. Las dos se quedaron enamoradas de Coco, que se portó de maravilla. Ahora falta Paloma, que no pudo venir porque estaba de viaje. Cualquier día se la dejaré en su casa para que la cuiden, que les apetece mucho; el problema será encontrar el momento porque a estas tres no se les cae el tejado encima, no, que no hay manera de que se recojan.
A veces pienso en la familia de verdad de Coco. Cuando llegó a la tienda lo hizo acompañada de un hermanillo, de hecho la cartilla que me dieron con su número de identificación era la del macho. El veterinario me llamó unos días después para comentarlo y pedirme que pasara por allí para darme la suya, con su número y nombre, en la que ya tiene anotadas todas sus vacunas. El hermano ya no estaba y me pregunté quiénes serían sus dueños. ¿Dónde vivirá? ¿Y sus otros hermanos? ¿Cuántos tendrá? ¿Cómo serán los padres de Coco? Menos mal que ella ni se acuerda de ellos porque lo cierto es que yo soy su mamá.

jueves, 23 de septiembre de 2010

LISTA DE RECOMENDACIONES

Me marcho dentro de un rato de viaje por unos días y aquí se quedan Coco y Esteban que ahora tendrá que ocuparse de las, según él, "costumbres maniáticas" de la perrita. Bueno, lo único que ocurre es que tiene unos horarios que mas o menos hay que cumplir (o sería deseable).
Hacia las 8 de la mañana Coco se aproxima a la cama y avisa de que está despierta ("a mi nunca me lo ha hecho", dice Esteban; yo creo que sí, pero que no lo ha oído). La cojo en brazos y la bajo hasta el jardín de atrás. Estamos un ratito por allí y hace pis y caca. Cuando entramos en casa va directa a la cocina pero aunque le pongo su ración no suele ser este el momento en que come, mas bien prefiere seguir durmiendo, en su cunita de la cocina o en la del dormitorio. La comida va en dos raciones, por la mañana y por la noche, y le gusta un poco húmeda, ahora que le faltan algunos dientes la come así mejor. La mañana la pasa siguiendome de un lado a otro y durmiendo aquí y allá. Ya me he dado cuenta de que a veces llama mi atención, subiéndose a las piernas, y es porque quiere algo, normalmente suele ser que la acompañe abajo para hacer pis. Con un premio después se queda tan contenta. A la 1 o 2 le doy un paseo y suele hacer pis y caca otra vez, aunque si el tiempo se me ha echado encima lo hace en la arena de la caja de la cocina. El paseo suele ser siempre el mismo ya que alguna vez he querido cambiar de ruta y me ha mirado con cara de decirme: "que no, mujer, que por aquí", así que lo único que hay que hacer es seguirla y abastecerse de nuevas bolsitas de caca. Quizá el momento "diferente" de esta experiencia sea el viernes, que pasará toda la mañana sola hasta que llegue Esteban, a eso de las 3; bueno, pero es que estar sola forma parte de la vida de una perrita. Mi madre dice (claro, ella nunca ha tenido perro) que cómo es posible que la dejemos solita, como si fuera una niña... Y por la tarde más de lo mismo; imagino que Coco hará compañía a Esteban en su estudio y que por la tarde noche saldrán a dar un paseo. A la vuelta nueva ración de comida. Y la noche con Esteban en el sofá o esperándole si sale por ahí. No me preocupan los mimos porque se que va a estar achuchada y besuqueada mas que si estuviera conmigo. Sólo me inquieta que, con todos mis trucos, Esteban lo haga tan bien que no me echen de menos. Yo a ellos seguro que muchísimo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

¡QUIETA!

Las etapas de la educación de Coco vienen impuestas por la necesidad. Hace unos días la solté para que aprendiera a pasear junto a mi sin necesidad de correa y todo iba de maravilla hasta que echó a correr y no había manera de alcanzarla. Me asusté y decidí empezar en ese instante la fase de ¡Quieta! Ya la tenemos bastante controlada. Se para inmediatamente al oir mi orden al borde de la acera, al esperar un semáforo e incluso a mitad de paseo, en cualquier sitio, y no arranca hasta que le digo ¡Vamos! Pero ahora quiero empezar a dejarla quieta en algún sitio y yo alejarme sin que ella se mueva. Es un reto, y espero lograrlo.
Cada día que pasa soy más consciente de los beneficios de la educación de un perro. Al fin y al cabo se trata de aprender un idioma común que permita entenderse y hacer más fácil la vida de los dos, amo y perro. Ahora le doy vueltas a asistir a alguna clase de entrenamiento. Para subir de nivel.

sábado, 18 de septiembre de 2010

TENER O NO TENER PERRO

Me conecto esta mañana a facebook y en el inicio leo a Lucía Asué (que fue redactora en "Madrid Directo") que cuenta que está pensando en tener perro y pide a sus amigos que la disuadan. Salvo dos o tres románticos que la animan (insisten en adoptar mejor que comprar), el resto le habla de todas las tareas que supone que se resumen en una: tiempo. Tiempo para educarle, para pasear con él, para darle de comer, para hacer caca y pis...
Yo me he planteado muchas veces en mi vida tener o no perro. Hace años lo pedía Ignacio y la excusa siempre fue que no podíamos porque no lo ibamos a dejar solito en casa ¿no? En un momento determinado, cuando Ignacio ya tenia 14 años o así, me ofrecieron una golden de 1 año. Le expliqué que debía tomar la decisión él porque iba a ser suyo; me contestó a la mañana siguiente que no quería tener esa responsabilidad. Cuando ya se fue de casa me rondó la idea varias veces por la cabeza, pero la sensatez ganaba. Yo no tenía tiempo. Hasta que Esteban llamó y dijo: "estoy aquí con nuestro perrito, acaba de llegar a la tienda". La decisión estaba tomada. Ahora que lo tengo, perro y tiempo, soy feliz y me alegro de que Coco viva con nosotros. Todos los argumentos racionales dejan de tener sentido ante los emocionales. Pero no cabe duda, la vida cambia completamente. Yo, a Lucía, le aconsejo que no tenga perro. Todavía.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LOS MIMOS DE ESTEBAN

Me regaña a veces Esteban por la cantidad de mimos que le hago a Coco, pero la verdad es que él me gana. Llegó a decirme que tenía celillos de la perrita porque yo estaba todo el rato pendiente de ella, pero en cuanto me descuido la tiene en brazos, achuchándola, revolcándola, y besándola en los morros (que Sol se impresionó al verlo).
Hoy se ha levantado en cuanto ha visto que yo cogía a Coco en brazos para bajarla al jardín. Estaba preocupado porque anoche, sin querer, la pisó y la pobre Coco pegó unos gritos que nos asustaron muchísimo; yo me puse nerviosísima pensando que le había partido la pata y que teníamos una perra coja (el me ha echado en cara hoy, haciendo ya risas de lo que pasó, que sólo me importara la estética). La verdad es que mi reacción fue exagerada, pero recuerdo que mientras estaba ocurriendo yo sentía que con él podía ser así, que él se iba a ocupar de todo. Ya venía yo de otra escenita anterior en la que me había pasado regañando a Coco porque se había hecho pis en la moqueta de mi estudio y me encontraba muy a disgusto conmigo misma. Esto unido a que el otro día me empeñé en cortarle las uñas y casi la desangro ha provocado una crisis de inseguridad en mi que me lleva a preguntarme: ¿está Coco en buenas manos? ¿soy una buena ama? ¿se cuidarla bien? ¿y si me equivoco cómo se arrega todo este desaguisado?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA CANCIÓN DE COCO

¿A los perros les gusta la música? Yo creía que sí porque me parecía que Coco se quedaba como en trance con la que yo escuchaba cuando hacía mis ejercicios del método Terol (eso sí, una vez que conseguía que dejara de mordisquearme los pies o las manos al ritmo de mis movimientos). Ahora me parece que sencillamente se duerme porque se aburre de ver cómo hago gimnasia. Y no es sólo con la música que yo me pongo. También se duerme con la radio, ya sea Radio 3 y lo que eligen sus expertos "gafapastis", o la más caliente que escucha Lidia cuando limpia.
Yo recuerdo que hace años tuve un cd que se titulaba Music for Cats and Kittys que me gustaba mucho y buscando en internet he encontrado distintos discos especiales para perros. Todos suenan muy parecido; música tranquila, tipo chill out o new age, o versiones de piezas clásicas, en algunos casos con ladridos de fondo, truco fácil para conseguir que Coco alce sus orejas cuando la oye. Algo mas arriesgada me parece la música para perros de Laurie Anderson, que el pasado mes de junio ofreció un concierto en Sidney en el que también participó su marido Lou Reed (http://www.youtube.com/watch?v=38g4VzkIf14&feature=related), al que me hubiera encantado ir. Los pobres tuvieron infinidad de críticas, pero en realidad Laurie ya había investigado antes en estos sonidos; la prueba está en su tema Walk de dog (http://www.youtube.com/watch?v=e9k61dfq-oc&feature=fvw) que a mi me gusta.
Sea un estilo u otro Ignacio encontró la canción de Coco: Cocody Rock, de Alpha Blondy (http://www.youtube.com/watch?v=C6-wgQ-B6YU) y la bailamos juntas.

martes, 14 de septiembre de 2010

ENGANCHE EMOCIONAL

En alguna de las numerosas conversaciones sobre perros que tengo ultimamente alguien dijo, como entendiendo mi relación con Coco, que los perros pequeños enganchan más que los grandes. Y, explicó, es porque los achuchas, los besas, los coges en brazos con tanta facilidad.... Es verdad. Lo curioso es que leyendo sobre esto me he encontrado con que en Nueva York ya se acepta el concepto "perro de servicio emocional", y en varios restaurantes han tenido que permitir la entrada de mascotas con sus dueños, incapaces de separarse de ellos. Hasta ahora sólo se admitían perros guía de ciegos, pero ahora, si demuestras convenientemente (una carta de tu psiquiatra es suficiente) que necesitas de tu perro para vivir, podrás comer con el, o ir de compras, o hasta ver una película en el cine, que todo llegará.
Yo confieso que tengo un gran enganche con mi perrita. Me gusta estar con ella. Pasear. Hablarle. Explicarle por qué el camión que descarga en la casa de enfrente hace tanto ruido, o quién está ladrando más allá del jardín. Ella me mira y entiende. Al menos se tranquiliza con lo que le cuento, que para eso le hablo. No vaya a creer alguien que es que estoy loca, ¿eh?

sábado, 11 de septiembre de 2010

CHUCHOS FUERA

Nunca jamás en mi vida había sentido la marginación (bueno excepto una vez que no me dejaron sentarme en la cafetería del Ritz en París porque mi pareja de entonces iba hecho un auténtico desastre, qué verguenza). Suena duro, lo se. Pero es así. Desde que tengo perrita soy consciente de la cantidad de cosas que ya no puedo hacer, que ya no hago, y, lo que es mejor, que no me importa. Por ejemplo, hace siglos que ya no paseo mirando tiendas; es genial, porque así gasto muchíiiiisimo menos. En cambio paseo por el parque, ando, y me encuentro muchíiiiisimo mejor.
La cosa comenzó poco después de que Coco superara la cuarentena. Ya podíamos salir y quedé en una terraza, consciente de que los perros no podían entrar en miles de sitios porque evidentemente podían molestar a los que estuvieran allí. La terraza estaba cerrada y en el interior me dijeron que no podía estar; Coco apenas pesaba un kilo y medio y la llevaba en brazos medio dormida. Mentalmente taché al local de mi lista de sitios a los que acudir. Pasé luego por mi farmacia a comprar algunas cosas y me recordaron, de una forma que no me gustó, que estaban prohibidos los perros. Mentalmente me he prohibido volver a esa farmacia a no ser que no me quede más remedio. Intenté entrar en un centro comercial nuevo, grande, precioso que hay en Pozuelo, pero un cartelito en la puerta me recordó que "nasti de plasti", que a la calle con el chucho (esta vez no apunté el lugar para no volver porque a ese paso me estaba quedando sin sitios a los que ir). Finalmente imploré en una tiendecita cafetería y, aunque el dueño me dijo que no, le contesté que ni se iba a enterar, que Coco era un bebé y que estaba dormida, y allí me senté... Uf, por fin. Pero qué complicado. La vida es muuuuuuuy diferente con perro. Y no te das cuenta hasta que lo tienes. Pero bueno, no está nada mal.

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿REGRESIÓN?

Entre la lista mental de cosas pendientes que he ido haciendo esta noche entre sueño y sueño está buscar una cunita nueva para Coco, que la suya ya se le ha quedado pequeña. También se ha quedado pequeña esta sillita que le regalaron Leo y María José, que apenas usa; así que esta noche también he decidio guardarla hasta mejor ocasión. Pero justo después de darle sus medicinas, las gotas y la pastilla machacada, se ha acurrucado en ella. ¡Vaya por Dios! ¿Regresión? Es que estos días, a propósito de la castración, he leído que algunas perras mayores cuando son castradas "rejuvenecen". ¿Habrá vuelto Coco al estado de bebé? También leí ayer un buen artículo sobre las mascotas en el Magazine de El Mundo, de Pablo Mérida. Habla, por supuesto, de los beneficios psicológicos y emocionales de vivir con una mascota. Y revela algunos datos significativos: al parecer en 6 de cada 10 hogares hay una mascota; el 86 por cierto las trata como a personas o a miembros de la famillia; y el 97 por ciento habla con ellas. Por cierto, menciona varios libros que me interesan, entre ellos De perros que saben que sus amos están en camino de casa y otras facultades inexplicadas de los animales, de Rupert Sheldrake, que hoy mismo voy a buscar. Esteban apunta que desde que tenemos perro se escriben mas artículos, hay más películas y libros, programas de televisión... Yo creo que lo había ya y nosotros ahora nos fijamos más porque nos interesa todo lo que tenga que ver con Coco, a la que por supuesto hablamos (ella también nos habla, pero esto ya os lo contaré en otro momento), y desde luego consideramos de nuestra familia. Se ha convertido en nuestra hija, en la hermana de Ignacio, en la nieta de mis padres, en la sobrinilla de Chusa, de Sol, de Leo, María José y Pedro, en la hermana de Jara, y en la hija adoptiva de Lola, Celia, Isabel y Abraham.

viernes, 3 de septiembre de 2010

LA OPERACIÓN DE COCO


Coco ya está operada. Estaba previsto hacerlo a finales de agosto pero las fechas no eran buenas y finalmente ayer Candela la operó. Con gran disgusto de Esteban, he de decir. Durante tiempo hemos estado hablando sobre si era bueno o no; para ella, para nosotros. Incluso ayer mismo, antes de llevar a Coco le pregunté: "¿vamos a enfadarnos por esto?", me contestó que no. Menos mal.
Los veterinarios lo aconsejan (por supuesto Esteban dice que lo hacen para ganar dinero) y he estado leyendo aquí y allá sobre los inmensos beneficios para su salud: evitas los celos y su estado anímico, los embarazos psicológicos, tumores y otras enfermedades sexuales. Chusa dice que sí a todo esto pero también afirma que "es egoismo puro, para que nosotras vivamos mejor, porque al fin y al cabo le estás quitando algo que ella tiene, dicho esto yo lo he hecho con mis dos gatos, Benito y Lupe". También he escuchado argumentos como el de Isabel y Lola: "¿y le vas a negar la expericencia de ser madre?". ¡Pero que estamos hablando de una perra! Además, una vez convertida en madre, ¿la vas a separar de sus cachorrillos? ¿eso no es crueldad? Evidentemente si me fuera a dedicar a la cría de yorkies ni se me ocurriría hacerlo (por cierto, me parecen horribles esos criadores que exprimen a sus perras como si fueran vacas lecheras embarazándolas una y otra vez). Pero no me veo asistiendo al parto de cachorrillos, cuidándolos un par de meses, vacunándolos, educándolos, y luego intentando colocarlos para no tener que abandonarlos o darlos a una tienda, que vaya usted a saber si los aceptarían. Creo que sería incapaz de separarme de ellos. Bastante enganche emocional tengo ya con Coco como para añadirle sus crías. Y no quiero salir de paseo con ella y tener que estar evitando a los perros del vecindario... El tema da mucho de sí. La prueba es que durante el ultimo mes ha sido fuente de discusión entre amigos y entre nosotros mismos.
Pero una vez convencida de que hay que hacerlo, llevada la perrita a la clínica, y recogida varias horas después (Esteban me dejó ir sola; "no quiero participar en su castración", dijo) tengo que contar que la experiencia está siendo muy dura. Porque la pobre Coco estuvo grogui toda la tarde de ayer y parte de la noche, y aún hoy y lo que queda. Porque por mucho que había leído y ya sabía, verle su bracito, perdón, patita vendada (donde tuvo la vía), la incisión en la tripita (con 4 puntos que le quitan en 10 días), el rapado de la pata y del vientre es estremecedor y se te parte el corazón. Y porque me he sentido un poco sola, diciéndome a mí misma que era lo mejor pero escuchando cosas terribles de los demás (incluso mi madre, ayer, me preguntó."¿por qué le hacéis estas perrerías a la pobre Coco?").
Ahora toca la recuperación; con antiinflamatorios y antibióticos que hay que darle con cada comida, con el cono para que no se lama la herida y al que aún no se ha acostumbrado, durmiendo con ella en brazos (al menos esta noche pasada) para que se sienta protegida, cuidándola y mimándola. Y en esto sí participa Esteban. Nos cuida a las dos. Qué bien.
(Por cierto, la buena de Coco me dejó alucinada; grogui total, se levantó a hacer pis en la caja de arena que está en la cocina).

jueves, 2 de septiembre de 2010

LIDIA Y COCO

Ayer volvió Lidia después de casi dos meses fuera. Cuando escuchó el ruido de la puerta Coco salió pitando hacia allí y al verla comenzó a saltar de alegría como loca. También Lidia se emoció con el recibimiento de Coco. Claro, la conoce desde que llegó a casa con apenas dos meses. Entonces se asustaba con el ruido del aspirador, aunque en seguida se acostumbró; seguía a Lidia por todas partes, mirando lo que hacía, esperándola por los rincones, mordiendo la escoba (algo que todavía sigue haciendo) y recibiéndola todos los miércoles con la misma ilusión.
Lidia ha estado todo el verano en la casa de vacaciones de la señora que cuida, aunque, me contó, se ha despedido. Prefiere buscar algo que no la obligue a pasar las noches fuera. Lidia es la hermana de Albina y Honoria. Cuando conocí a Albina y me contó que tenía dos hermanas más pensé que estaba en buenas manos. Han cuidado de mi tía, y me encanta que vengan a mi casa. Lidia quiere trabajar mucho, ahorrar dinero y volver a su país. Me gusta mucho un gesto suyo que hace cuando termina su jornada y se va; en la puerta de casa se suelta la coleta y así, con su melena al viento, empieza a subir la calle camino de la estación.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

VIGILANDO LA ZAPATILLA

Coco tiene una zapatilla de peluche color morado que le regalaron Leíto y María José hace ya mucho tiempo y que forma parte de sus juguetes preferidos. Desde ayer tiene costumbre nueva. Cogió la zapatilla y con ella en la boca buscó sitio donde esconderla. Lo encontró entre los cojines del sofá, y allí la dejó, un poco arrugada, bastante a la vista, lo que provocó nuestras carcajadas. Luego la sacó de ahí y se dió una vuelta por el patio, aunque debió de recordar que allí "perdió" el hueso que le regaló Sol, y se volvió al salón. Finalmente la subió a una esquina del sofá, se sentó al lado y estuvo vigilándola buena parte de la noche. Hoy se la ha llevado hasta mi estudio y ha estado buscándole lugar. Aquí está con la zapatilla en la butaca roja. Un rato después la ha vuelto a coger con la boca, la ha bajado hasta mis piés y ahora duerme con la cabeza apoyada en ella.