martes, 20 de julio de 2010

LOS CONSEJOS DE CHUSA

Lo mejor de Coco es lo sociable que es y lo contenta que se pone cada vez que estamos con amigos. Chusa es especial y ella lo sabe (digo que la propia Chusa sabe que es especial, y que, claro, Coco también).
Desde que la conoció se ha vuelto loquita por Coco y eso que, como dice ella, es mas de gatos. Primero Benito y ahora Lupita. Le quiso hacer un regalo especial y ya le ha encargado una plaquita con su nombre y mi teléfono por si se perdiera alguna vez (qué horror, sólo de pensarlo me pongo mala). Pero lo mejor de todo es el consejo que me dió Chusa el otro día en Rosales al ver lo feliz que estoy con mi perrita: "Mari, que muy bien verte así, pero que los perros son perros, o sea, que mañana tienen otro dueño y tan contentos, ¿sabes? que ni se acuerda de ti". No estoy segura de si hablaba de perros o de hombres.

viernes, 16 de julio de 2010

EDUCANDO A COCO

Todo el día me lo paso enseñando a Coco. Y debo decir que este esfuerzo tiene su recompensa.
Aprendió en seguida el significado del "no". Pero sobre todo nos encargamos de festejar todo lo que hace bien. Con grititos de euforia, muchos "sí, sí" y "muy bien" que ella agradece dando saltitos y moviendo su rabito a toda velocidad. A punto ya de cumplir 5 meses hace caca y pis fuera de casa o en la cocina, en la caja con tierra de gato (nunca viene mal un poco de confusión de personalidad, a mi me parece que abre al mundo). Ya sabe que se tiene que quedar sentada o tumbada mientras nosotros comemos. Y ahora intento que no se cruce por delante de mí cuando andamos por la calle. El manual que guía nuestras vidas me dice que debo andar con energía, paso firme, y mirada al frente. Que buscar sus ojos le puede llevar a creer que ella es la que tiene que liderar y hacer que se sienta perdida. Bueno, ahí andamos, tirando de la correa para que ande a mi paso y no nos enredemos con las farolas. Me encanta cuando reconoce lugares. Incluidos aquellos en los que hay un perro que ladra detrás de la puerta; aprieta el paso y mete el turbo mirándome de reojo, sin perder ni un segundo, como diciendo "anda, vamos, vamos".

miércoles, 14 de julio de 2010

LA MIRADA DE COCO

Mi manual de educación de perros me habla de la importancia de la mirada en la relación con ellos. No hace falta que me lo cuente, yo ya lo sabía. Coco busca mis ojos cada vez que oye un ruido raro, cada vez que vamos hacia algún lugar desconocido, cuando lleva un rato en el coche y aún no hemos llegado. No hacen falta palabras; nos entendemos con los ojos.
Mi manual dice que en la educación de un perro tan importante es la mirada como la ausencia de ella. Me dice que si estoy enfadada con Coco una forma de castigarla es no mirarla. Y, lo que es más importante, que en general no debo mirarla demasiado porque Coco siente que yo soy el jefe de la manada y que los jefes de las manadas no miran tanto. Miran los que le siguen. Mi manual dice que si miro demasiado al perro éste puede pensar que el jefe es él y entonces entrar en crisis de inseguridad. Ja, ja, ja. Bueno, por si acaso seguiré sus consejos y dejaré de mirar embobada a mi perrita, con lo que me gusta.

martes, 13 de julio de 2010

LO FELIZ QUE ME HACE COCO

Yo nunca había tenido perro. Y para ser sinceros debo decir que hasta hace mas bien poco me han dado miedo. Pero desde que llegó Coco a casa todo ha cambiado. Incluso mi relación con otros perros es distinta. Ahora todos o casi todos me parecen estupendos y me gusta decirles algo o hacerles una caricia.
Cada día es una nueva aventura. Algo nuevo para hacer con ella, para aprender, para festejar. Hoy mismo ha venido corriendo hacia mí, alegre, entusiasmada. Ha sido Esteban el que me ha alertado: "te quiere decir que vayas con ella". Y me ha llevado hasta la caja con arena que tengo en la cocina porque había hecho caca. Estaba feliz. Y yo también. Me encanta que me siga los pasos, aunque a veces he estado a punto de matarme. Que vaya detrás de mi, de habitación en habitación. Que me espere al final de la escalera o arriba del todo hasta saber a dónde voy para venir hasta mi. Que se acurruque a mis piés mientras escribo en el ordenador, o mientras friego los platos, o mientras guiso. Que se me suba en brazos para que la acaricie. Verla morder su zapatilla de juguete o la gallinita de plástico que le ha regalado Ignacio. Pero lo que me derrite de felicidad es su mirada. No hacen falta palabras: basta cruzar los ojos con ella para sentir la comunicación perfecta.

domingo, 11 de julio de 2010

LO QUE HACE FELIZ A COCO


Cuestiona Sol que Coco sea feliz con tanto susto. Y yo, entonces, también. Así que lo primero que hago es quitar la palabra feliz del subtítulo del blog y hacer una lista de las cosas que sí le hacen feliz. O eso creo yo.
Le encanta robarme el zueco para morderlo con pasión. Le gustan a rabiar las sandalias de Esteban y golpearlas con energía contra el suelo. ¡Qué paliza les da! Cuando hemos terminado de desayunar me mira ansiosa para subir corriendo hasta el estudio y tumbarse a mis pies mientras yo me siento al ordenador. Se vuelve loca de alegría cuando llego a casa; mueve el rabito a velocidad de vértigo y da vueltas a mi alrededor. Es feliz cuando ha hecho caca y pis en el lugar adecuado y se lo festejamos. Adora mordisquear las manos de Esteban y jugar con él. Se muere de gusto cuando se tumba boca arriba y yo le acaricio la tripita. Cuando abro la puerta de casa le gusta sentarse y mirar fuera; el arbol, los pájaros, las hojitas que caen. Le vuelve loca dar vueltas y mas vueltas alrededor de la piscina mientras nadamos; cada vez que llegamos a un extremo nos chupetea los dedos que apoyamos en el borde. Y se pone muy contenta cuando adivina lo que vamos a hacer porque no hay cosa que mas le guste que su rutina diaria.

sábado, 10 de julio de 2010

¡¡UFFF, QUÉ SUSTO!!

¡¡Vaya momentazo!! Ayer oí unos ladridos que me resultaron conocidos y, aunque venían de fuera de casa, un sexto sentido me avisó de que eran de Coco. Rápidamente eché un vistazo a mi alrededor y después de mirar y preguntar por ella corrí a la puerta y abrí. Allí estaba. Ladrando. "Uff, qué susto", parecía decirme con su mirada, "¡que me quedaba fuera!".
Pues sí con ese afan investigador que se le ha despertado vió la puerta abierta cuando Fernando salió a buscar algo en su coche y se lanzó detrás de él, que ni se enteró de que le seguía los pasos. El volvió y cerró. Y ella se quedó fuera. Por primera vez en su corta vida, aún no tiene 5 meses, vivió la sensación de abandono.
Hace un par de días tuvimos otro gran susto. Por sorpresa se encontró cara a cara con el gato de los vecinos, que por cierto le dobla en tamaño. El instinto actuó en los dos. El se encrespó y atacó y ella, aunque en un primer momento reculó, se lanzó a por él. Después de que el gato huyera y se refugiara en su casa, ella me miró desconcertada y se tiró al suelo, espatarrada, buscando unas caricias en su tripita. La cogí con cariño y la metí en casa. Y poco después vomitó. No me extraña; la experiencia había sido morrocotuda.
El resto del día lo pasó recuperándose de la impresión.
Pero tenemos un problema porque el territorio ha sido del gato durante un montón de años. Veremos cómo se lo reparten. Están condenados a entenderse: son vecinos.