domingo, 29 de agosto de 2010

CAMORRITOS

Lola, a la izquierda, tiene en brazos a Coco y Jara (a pesar de que Abraham se pasa el día pidiéndole que las deje en el suelo). Celia observa todo lo que hace su hermana. Porque Jara es más de Lola que de Celia. Porque Lola es la mayor y más responsable. Porque es la que se ha ocupado mas de Coco. Lola y yo hablamos horas y horas sobre perros y lo que hacen bien y hacen mal. Por ejemplo, Lola me ha explicado cómo enseñó a Jara a andar tan bien por la calle. "Cuando se te cruce le tienes que dar con el pie y apartarla de tu camino", me dijo con su acento andaluz.
Coco ha pasado unos días en Camorritos, rodeada de niños, en una casa maravillosa en pleno bosque a la que constantemente llegan visitas, haciendo pis y caca en cualquier sitio del jardín y ladrando todo lo que le apetecía, que es lo mismo que decir todo lo que ladraba Jara, porque ella iba siempre detrás. Camorritos es territorio de Jara y allí es ella la que organiza y manda. Al principio Coco nos buscó, nos contaron Abraham e Isabel, pero luego se adaptó perfectamente. Eso sí, cada noche durmió en un sitio diferente a pesar de que le habían puesto su cunita al lado de la de Jara; con Lola, en el salón, a los pies de la cama de Abraham e Isabel...
La misma tarde en la que llegamos de nuestro viaje (Coco se puso tan contenta al vernos, haciendo esos movimientos que ella hace siempre que se alegra, agitando compulsivamente las patas incapaz de articular ladrido) me encontré al entrar a la cocina a una niña visitante, Mariana, con Coco en brazos. Nuestros ojos se cruzaron y vi su mirada de resignación, quietecita, sin mover ni una pata, como teniendo cuidado de que no la tirara en un descuido, y pensé: "qué perrita tan buena, qué suerte tengo". Después, ya en nuestra casa, me he pasado varios días achuchándola, abrazándola y besándola.

domingo, 22 de agosto de 2010

SIN COCO

Coco no está en casa. Y se nota tan vacía. Ayer se fué con Jara, Lola y Celia, Isabel y Abraham a Camorritos. Una prueba para mí. Y para Coco. Hay que aprender a separarse. "Prepara a tu perro para tu ausencia mientras estás presente" dice el manual y a eso voy, porque ultimamente me angustia pensar en tener que trabajar fuera de casa muchas horas y obligarla a estar sola. Por eso la prueba de vivir con otra perra, Jara, que ha sido estupenda. Por eso este viaje. ¿Cómo estará a la vuelta? ¿Me echará de menos? ¿Se acordará? Ignacio se reía ayer cuando le dije que encontraba rara a Coco, que la notaba tristona, "¿será que sabe que me voy?", le pregunté. "Será", me dijo burlón mientras me miraba como pensando: "mi madre alucina".

viernes, 20 de agosto de 2010

APRENDIENDO UNA DE OTRA

Sólo ha pasado una semana desde que Jara llegó a casa y parece que Coco y ella llevan juntas toda la vida. En este tiempo han aprendido muchas cosas nuevas.
Jara ya se ha lanzado a subir y bajar escalones y a dejarse llevar como un bebé (me encanta cogerlas así en brazos). Coco anda mejor por la calle, pegadita a Jara y nuestras piernas. Les encanta jugar juntas, corriendo una detrás de la otra, revolcándose y mordisqueándose. Jara ladra menos de lo que lo hacía cuando llegó y en cambio Coco ha vuelto a ladrar cuando pasa alguien por el jardín, o contestando al perro de enfrente que tiene muy mal genio -Jara, en esto, es muy chulilla y no se calla una- . Hacen caca y pis juntas; comen, o mejor dicho comistrajean, a la vez; duermen al tiempo; corretean una detrás de la otra, unas veces a petición de Jara y otras porque quiere Coco; nos esperan en la piscina a que salgamos del agua: Coco en la sombra, y Jara al sol, ya se sabe que los de Sevilla aguantan como jabatos. Y se embalan las dos cuando a la vuelta del paseo, ya enfilando la calle, les digo: "vamos, a casita".
Pero por lo que no pasan es por renunciar a nosotros. Si hago una caricia a Coco, ya está Jara queriendo otra para ella. Si Esteban achucha a Jara, llega Coco corriendo en busca de lo mismo. Anoche veíamos la tele en el sofá Esteban y yo, y a los lados Coco y Jara durmiendo, bien pegaditas a nosotros. Creo que estaban felices (con permiso de Sol). Yo, por supuesto.

miércoles, 18 de agosto de 2010

... DUERMEN UNIDAS

Estoy sorprendida de la facilidad con la que Jara se ha acostumbrado a estar con nosotros. Ayer mismo me preguntaba Abraham si les echaba de menos y tuve que decirle que si así era no se notaba. ¡Pobre! También yo imaginé que lloraría por las esquinas, pero no. ¿Le pasará lo mismo a Coco cuando se la deje a alguien? Supongo que sí. Ya lo dijo Chusa: son perros y quieren al que en ese momento sea su amo.
Tenemos ya nuestra rutina. Salimos al jardín de enfrente muy temprano; a veces el pis y la caca son rápidos y otras no. Como hoy. Luego me puedo encontrar alguna sorpresita en casa. Nuestro paseo por el parque sirve para conocer zonas nuevas. Coco lo huele todo, prueba todos los recovecos, saluda a todos los perros y personas; a Jara no le interesa mucho ni el campo ni la gente. Coco come del plato de Jara y usa su cunita en cuanto la otra se descuida. Cuando juegan Coco se sube encima de Jara y la mordisquea hasta que ella le pega un grito. Cualquiera pensaría que la pobre Jara está acobardada; y ahora que lo leo, también yo. Para compensar cuando me encuentro alguna meada o caca despistada la bronca le cae sí o sí a Coco; desventajas de ser la dueña de la casa.

domingo, 15 de agosto de 2010

PERRAS QUE TIEMBLAN UNIDAS...

Hoy tocaba Punto Limpio, así que he cargado el coche con vidrio y papel y he sentado a Jara y Coco en el asiento de atrás. Nada más arrancar les he echado un vistado y me he encontrado con dos perras temblando, unidas, eso sí, apoyadas la una en la otra. Ja, ja, ja... "¡Que no conduzco tan mal!", les he dicho. Casi hasta que no hemos llegado no se han tranquilizado. Y después he notado que esta experiencia las ha hecho más amigas. Claro, son cosas que unen. Como los odios comunes. No hay nada que una más a dos personas que el odio común hacia alguien. Ni siquiera el amor entre ellas. "Oye, no soporto a Jorge Javier Vázquez". Ya está. Si el que tienes enfrente lo odia también ya sois amigos para toda la vida.
Jara y Coco siguen dando forma a su amistad. Coco quiere jugar constantemente, y Jara entra al trapo, pero a veces lanza un grito cansada de su acoso (que, por cierto, es continuo, ¡qué pesada!). A Coco le encanta el plato de Jara, y le gusta comer su comida, pero cuando Jara está comiendo no se acerca; sabe perfectamente lo que es de cada una. Coco mira a Jara constantemente y las dos me miran a mi. Que me encanta. Jara es la reina en la calle. Anda muy bien, nunca sobrepasa mi altura, y Coco está aprendiendo a hacerlo igual. Coco, en cambio, domina en casa. Sube y baja y va de un lado a otro dejando atrás a Jara, que apenas sube escalones. Aunque luego, a un ladrido de Jara, Coco baja veloz a por su amiga. Yo creo que están muy a gusto juntas...

viernes, 13 de agosto de 2010

JARA EN CASA

La de la izquierda es Jara, la perrita de Abraham, Isabel, Lola y Celia, esta vez con mejor aspecto que en Rodalquilar. Está monísima, y con esos pelos largos tiene un aire hippy que le pega mucho. Llegó ayer y se quedará una semanita mientras sus dueños van a Mallorca. Yo estoy feliz.
Me gusta que Coco tenga amiguitas que vengan a pasar un tiempo con ella. Esto es algo que con Ignacio apenas hice; no se si porque entonces no se estilaba tanto como ahora, o porque yo no lo busqué porque en realidad a mi no me gustaba, ni me gusta, mucho socializar (lo cual no ha impedido que a él se le dé de maravilla). Jara se porta estupendamente. Para mi sorpresa. Porque yo esperaba que llorara echando de menos a sus dueños, pero no ha dicho ni mu. Anoche se le escapó la caca en la alfombra, pero qué menos; una casa y costumbres nuevas. En cambio esta mañana, cuando la he visto inquieta, le he abierto la puerta y se ha ido derecha a la verja. Me ha parecido que se sentaba y he pensado: "anda que como quiera esperarles aquí una semana". Pero no, simplemente estaba haciendo caca. ¡Coco daba saltos de alegría como si fuera la suya propia! Y luego me las he llevado de paseo para que conociera el barrio. Ahora duermen a pata suelta; Jara en su cunita y Coco a mis pies.

miércoles, 11 de agosto de 2010

LOS JUGUETES DE COCO

Por consejo de mi hermana May, que desde hace años ha tenido siempre al menos un par de perros simultáneamente, Coco tiene desde el principio sus propios juguetes. "Y que sepa que son suyos", me dijo May. Y tanto que lo sabe. El otro día recogí los que tiene en el suelo del salón, a saber: una cuerda de colores, una tortuga de tela, una zapatilla de peluche y una gallinita de goma, y se los saqué al patio pensando que allí jugaría con ellos. Me miró con cara de sorpresa. Y empezó a cogerlos uno por uno para devolverlos a su sitio. "Mira", pensé, "otra histérica del orden como yo". De vez en cuando los mordisquea, los golpea contra el suelo, los lanza al aire, los aprieta para que piten. Pero lleva unos días que se empeña en jugar conmigo; me llama cuando estoy en el ordenador, y quiere saltar y morderme las manos, y correr de aquí para allá.

martes, 10 de agosto de 2010

EL "CLINC CLINC" DE COCO

Coco ya tiene su nombre escrito en una plaquita. Un regalo de Chusa, que, curiosamente, me recuerda muchísimo a ella por el clinc clinc que hace al chocar la plaquita con la anilla que lleva el arnés cada vez que se mueve.
Cuando se la puse por primera vez y escuché el sonido que hace pensé que eso era un problema. Luego me he dado cuenta de que no, porque se oye a Coco antes de que llegue, y eso es gracioso. También me sirve para saber dónde está cuando se mete por lugares raros del jardín. Pero sobre todo me recuerda a la propia Chusa y una temporada en la que llevaba dos pulseras de plata que chocaban entre sí y que hacían un ruido similar. En la clase de yoga de Ramiro Calle, a la que estuvimos yendo algo mas de un año, acompañando al principio a Vicente para ayudarle en su recuperación, y luego solas, nos solíamos poner cerca la una de la otra. Un día en clase de yoga físico las pulseras de Chusa debían sonar más alto que de costumbre porque la profesora preguntó que qué ruido era ese. Chusa y yo nos miramos de reojo y ella, suavemente, como disimulando, separó las pulseras y seguimos con los ejercicios. A partir de ese momento las clases tenían mas tensión porque cada vez que las pulseras se juntaban y volvían a sonar mi atención se iba hacia ellas, de reojo volvía a mirar a Chusa, y yo no se cómo no nos dió nunca un ataque de risa. El caso es que hace tiempo que no se las veo, digo, que no las oigo.

lunes, 9 de agosto de 2010

SOL Y COCO

Esta foto de Sol y Coco tiene un valor excepcional porque Sol es alérgica a los perros. El caso es que anoche colgó en facebook la frase "loquita por salir en el blog de mi sobrina" lo que me lleva a pensar que no debió de tener muchos síntomas y que Coco ha pasado la prueba. Me ha hecho muy feliz porque aunque Sol tenga doscientos y pico amigos en facebook no todo el mundo puede ser amigo suyo; yo me siento una privilegiada.
Ayer Coco y yo invitamos a comer a Sol, Fernando y Angelito. Sol se presentó con un hueso de cartilago de esos para morder y en cuanto Coco lo pilló salió corriendo para esconderlo entre los cojines del sofá. Sol y Fernando se conocen hace siglos y tienen a mucha gente en común. Me encantó ver en acción sus lenguas afiladas, escuchar sus comentarios irónicos, y sobre todo, las divertidas críticas a "zerilla con zeta". Echo de menos trabajar con Sol, sentir su energía y ganas de hacer cosas, divertirme escuchando sus ideas loquísimas, y tener su cariño cuando las cosas van regular. Menos mal que nos vemos de vez en cuando... Cuando Sol se fue Coco se lanzó a recuperar el hueso que había escondido. Lo sacaba de un lugar, lo llevaba a otro, lo escondía, lo buscaba. ¡Qué excitación! "Sol me la ha revolucionado", pensé preocupada. Finalmente empezó a morderlo con ganas y así se pasó el resto del día. "Ah, no, qué astuta" caí en la cuenta después, "pensaré en ella mientras le dure el hueso a Coco". Y es grandísimo.

sábado, 7 de agosto de 2010

UN DÍA EN ALL4PETS

Ayer llevé a Coco a su veterinaria, Candela. Había que hacerle el preoperatorio para la castración y, de paso, retocar el pelo. ¡Ay, qué experiencia! Candela me sugirió que la dejara allí y la recogiera por la tarde. En un primer momento no supe muy bien qué hacer con mi vida; estar sin Coco me abría infinitas posibilidades, pero a la vez me sentía un poco perdida. Opté por ir de compras, lo se, muy poco original, pero muy práctico.
Un par de horas después me llamó la peluquera para decirme que Coco tenía tantos nudos que irremediablemente había que pelarla. ¡Qué horror!, pensé. Y me acordé de Lola, que quería tanto a Lunita, la bichón maltés de Aurora, hasta que la raparon. En ese momento se dió cuenta de que en realidad ella quería a una bola de pelo blanco y esponjoso y que en cuanto la dejaron en cueros perdió su encanto. Así que, muy ansiosa, me presenté a las 5 en All4Pets. Y mientras yo jugaba con un par de perros grandotes y buenazos que Candela tenía por la tienda llegó Coco corriendo por el pasillo. Al principio ella no me vió y me pareció muy curioso observar a mi perra sin que ella supiera que yo estaba allí; era verla en un mundo nuevo, con otros perros, en otro lugar. Pero cuando oyó mi voz me buscó con la vista y me saltó encima. Tengo que confesar que al verla me dió taquicardia. ¡Mi perrita parecía mas ratita que nunca! Y además de repente era gris. Dios mío, pensé, ¿seré capaz de seguir queriéndola? Pues claro; en cuanto la tuve en brazos y comprobé que ahora es más pequeña, más vulnerable, hasta más blandita.

viernes, 6 de agosto de 2010

ESTEBAN Y COCO

Coco es un maravilloso regalo de Esteban. Cuando me llamó para decirme que ya teníamos perrita entré en pánico porque yo nunca había tenido antes un animal en casa (excepto los hamsters de Ignacio hace ya muchos años), pero él sí, y eso me tranquilizó y animó. Criarla y educarla está siendo toda una aventura. Con todo lo que eso significa para una pareja; es decir, del mundo de dos se pasa al mundo de tres. Exactamente igual que con un hijo. Coco, Esteban y yo somos una familia.
Desde el primer día yo me he ocupado más de su comida, limpieza, rutina, y educación. Me compro libros, los leo, le cuento a Esteban las cosas que me parecen importantes. El en cambio le dedica tiempo a jugar, revolcarla como una croqueta (él la llama Croquet), mimarla, y a veces, mas de las que yo quisiera, excitarla con tanto salto, mordisco, jadeo y ladrido. Las primeras noches fueron horribles; decidimos que dormiría en la cocina y desde que cerrábamos la puerta se ponía a llorar desconsoladamente. Es la única vez que he visto perder los nervios a Esteban; un par de noches bajó a por ella y la encerró en el sótano incapaz de seguir escuchando sus gritos. Lo que son las cosas, a Coco no le gusta mucho bajar por allí. Aguantamos el tirón más o menos, pero en una de esas yo me fui de viaje y la perra se escapó al dormitorio; eso fue al menos lo que me contó Esteban a la vuelta. Desde entonces duerme en nuestro cuarto a los pies de nuestra cama, prefiere el suelo a su cunita, y, eso sí, en silencio sepulcral.

jueves, 5 de agosto de 2010

COCO EN EL PATIO

Coco ya tiene sus rincones preferidos en el patio. Se tira debajo de la mesa, a la sombra y con algo de fresquito, mientras yo me siento a leer o trajino con las plantas. Cuando era mas pequeña exploraba los rincones, metía el hocico por aquí y por allá y hasta eligió un par de sitios para hacer caca y pis, que por supuesto ya no utiliza. Ahora, cuando le da por ser guardiana se coloca cerca de la puerta que da al jardín o en la puerta de casa que da al patio. Allí se sienta y vigila. Cuando pasa alguien suelta un ronquido bajito y de vez en cuando ladra. Ya casi no, porque empieza a conocer los pasos de los vecinos, sabe los que van a la piscina, y reconoce los ruidos, siempre molestos, para qué nos vamos a engañar, de los de al lado: la persiana que sube, raaaaas, la persiana que baja, raaaaas, (siempre me he preguntado por qué cierran a cal y canto la casa cuando se van a dormir y en cambio suben las persianas cuando se van a trabajar).
Estos días hemos tenido visitas profesionales. Antes de ayer los cerrajeros para arreglar la puerta del jardín, a los que recibió con bastante alegría. Miraba y remiraba con nosotros, por dentro, por fuera; una de las veces que nosotros estabamos dentro y ella fuera los propios cerrajeros, muertos de risa, tuvieron que decirle que pasara, que queríamos probar si cerraba. Y entró, claro. Ayer vinieron los que trajeron un nuevo frigorífico y quedaron encantados con ella. Vigiló cómo sacaban el viejo, cómo metían el nuevo, y luego, en la puerta estuvo mirándoles hasta que recogieron todo y se subieron al camión. Uno de ellos se despidió de ella: "adios Coco". Y, tan contenta, se dió la vuelta y se metió en casa.

miércoles, 4 de agosto de 2010

SOCIALIZANDO

Jara es la perrita de Abraham, Isabel, Lola y Celia; es la de la derecha y aunque ha salido un poco acobardada es una falsa impresión (yo creo que el pelo de las orejas le pesa demasiado) porque en realidad ella era la dueña de la casa en Rodalquilar y tenía más amos que Coco, que al fin y al cabo sólo somos Esteban y yo.
Nada más llegar decidimos ir a comer fuera y el plan era que las perras se quedaban solas en casa, "para que se hicieran amigas". Yo no se cómo se las arreglaron mientras estuvimos por ahí pero el caso es que cuando volvimos Coco estaba acurrucada al lado de nuestras bolsas de ropa y Jara campaba a su aire. Amigas, amigas, lo que se dice amigas, yo creo que no lo son. Se miran, se huelen, juguetean algo (sobre todo lo pide Coco que es más jovencilla, tres meses menor) y conviven con tranquilidad. Otro cantar son los perros de la calle y el parque. Todos los días salgo con Coco para dar su paseo. Varios son los objetivos; hacer ejercicio (yo mas que ella), conocer el barrio en el que vive (ella mas que yo), y socializar (sólo ella, porque a mi me espanta). En cuanto divisamos algún perro en el horizonte ya estamos en tensión. Luego viene la fase de acercamiento, que yo facilito consciente de que, como "madre", debo hacer de introductora de amiguitos, el olisqueo, y, finalmente, el interés o la indiferencia. A veces acuden varios perros al tiempo y Coco entra en pánico con algunos, da vueltas a mi alrededor, grita bajito (no ladra, yo creo que no tiene ni fuerzas) y me pide brazos. No me parece mal. Porque a mi tampoco me gusta nada eso de tener que hacer amigos por hacerlos; creo que no hay ninguna necesidad.

martes, 3 de agosto de 2010

LAS VACACIONES DE COCO



Estas han sido las primeras vacaciones de Coco. Viaje de 6 horas en coche, cambio de casa, sitio nuevo para hacer caca y pis, para comer, diferentes horarios... y mucha gente alrededor. Continuamente, mayores y pequeños. Yo creo que ha vuelto mas delgada y desde luego más sucia, de hecho ha traido consigo una pandilla de pulgas que ya he conseguido eliminar.
Las vacaciones provocan crisis de pareja, dicen, y el mio no ha sido un caso diferente. Yo me he pasado todos los días intentando que el cambio de ambiente no le resultara a Coco muy traumático, procurando hacer todo poco a poco, buscándole rincones confortables, paseándola todas las mañanas y las noches por muy tarde que fuera; Esteban es de los que prefiere tirarla al mar (¡Dios mío!, a una perrita urbana), rebozarla en arena, y decir que la deje ser "feliz". ¡¿Feliz mojada, temblando, con arena hasta en los ojos, nudos en el pelo y pulgas?! Tengo mis dudas y la prueba es que al entrar por la puerta de casa daba saltos de alegría, fue corriendo hasta su rincón, hasta sus juguetes, al patio, subió y bajó las escaleras varias veces, recorrió cada esquina, y, no me lo invento, la oí suspirar. A mi me pasó exactamente lo mismo.