viernes, 20 de agosto de 2010

APRENDIENDO UNA DE OTRA

Sólo ha pasado una semana desde que Jara llegó a casa y parece que Coco y ella llevan juntas toda la vida. En este tiempo han aprendido muchas cosas nuevas.
Jara ya se ha lanzado a subir y bajar escalones y a dejarse llevar como un bebé (me encanta cogerlas así en brazos). Coco anda mejor por la calle, pegadita a Jara y nuestras piernas. Les encanta jugar juntas, corriendo una detrás de la otra, revolcándose y mordisqueándose. Jara ladra menos de lo que lo hacía cuando llegó y en cambio Coco ha vuelto a ladrar cuando pasa alguien por el jardín, o contestando al perro de enfrente que tiene muy mal genio -Jara, en esto, es muy chulilla y no se calla una- . Hacen caca y pis juntas; comen, o mejor dicho comistrajean, a la vez; duermen al tiempo; corretean una detrás de la otra, unas veces a petición de Jara y otras porque quiere Coco; nos esperan en la piscina a que salgamos del agua: Coco en la sombra, y Jara al sol, ya se sabe que los de Sevilla aguantan como jabatos. Y se embalan las dos cuando a la vuelta del paseo, ya enfilando la calle, les digo: "vamos, a casita".
Pero por lo que no pasan es por renunciar a nosotros. Si hago una caricia a Coco, ya está Jara queriendo otra para ella. Si Esteban achucha a Jara, llega Coco corriendo en busca de lo mismo. Anoche veíamos la tele en el sofá Esteban y yo, y a los lados Coco y Jara durmiendo, bien pegaditas a nosotros. Creo que estaban felices (con permiso de Sol). Yo, por supuesto.

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