jueves, 16 de diciembre de 2010

LA CARITA DE COCO

En mala hora hablé de manías. Coco empezó a partir de entonces con una tremenda; si me dejo por la noche la puerta del cuarto de invitados abierta descubro por la mañana que encima del edredón blanco e impoluto me ha dejado un regalito (en realidad quiero decir que se caga, pero me preocupa la reacción de Chusa al leer esto). Una alegría, vamos. Todo esto empezó a raíz de estar pachucha. He reaccionado de todas las maneras posibles: enfadada, gritándole que no, llevándola de la oreja hasta la arena de abajo, castigándola sin mirarla... hasta que he optado por cerrar ese cuarto a cal y canto. Pero en realidad creo que esto no es mas que no querer ver lo que pasa. Me he convencido a mi misma de que Coco es taaaan buena que no acepto que tenga esta manía, que debería hacer caso de lo que escribí el otro día e intentar averiguar lo que le pasa y lo que me pasa. Quizás yo no sea tan buena ama y esté haciendo algo mal con ella.
Una de las mayores sorpresas que tengo continuamente en mi relación con Coco es su inexpresividad facial. Sí salta de alegría, mueve su rabito, tuerce la cabecita cuando le hablo, se agacha cuando la regaño... pero su carita, sus ojos y boca, están siempre igual. Y sólo en ese momento es cuando soy consciente de que es una perra. Aún así a veces la miro y remiro intentando averiguar si está triste o sonríe. Vaya usted a saber si mi problema con Coco es precisamente ese, que la trato como a una persona, y de ahí viene todo el lío.
Yo, de momento, me voy a poner en manos de Jorge Pineda, que es quien más sabe de rostros, para que, mirándome él, me ayude a mirarme a mí misma y ver. Voy a conocer en primera persona su método Zen Visage, algo así como el rejuvenecimiento facial sin cirugía, para después poder promocionarlo, porque creo mucho en este sistema, en este hombre y en su madre. Estoy segura de que ella le está cuidando desde allá donde estén las personas que se mueren y estoy absolutamente convencida de que, con su ayuda, va a ser un éxito. Jorge ha desarrollado este sistema a partir de sus propias experiencias en yoga y otras disciplinas orientales y las enseñanzas de su madre como esteticien, que a su vez lo aprendió todo de una maestra japonesa. Yo no la conocí nunca pero siempre estuvo muy presente en la vida de Jorge, incluso ya fallecida. Recuerdo que Javier Esteban me contó que cuando visitaba a Jorge en su casa de Pozuelo, a donde a veces también iba mi primo Polo -yo sólo estuve una vez allí-, presidiendo la habitación había un gran jarrón con las cenizas de su madre. Javier le insistía en que debía sacarla de allí y buscarle algún lugar bonito. Y le convenció. Un día quedaron y Javier fue a buscarle con el coche. Viajaron hasta un monte cercano, y debajo de un maravilloso arbol enterraron sus cenizas. Después Javier le acercó a su casa y se marchó para el aeropuerto, porque volvían de Venecia Nicoletta y las niñas. Y de camino empezó a oir un ruido extraño, clonc, clonc, clonc, cada vez que aceleraba o frenaba. Iba con prisa así que hasta no llegó y aparcó no empezó a buscar el origen del ruido tan molesto. Y lo encontró. Allí estaba la urna que Jorge, con las prisas y el despiste que siempre tiene, había olvidado. Vacía, claro. Pero allí estaba. Y Javier a punto de recoger a su mujer y a sus hijas no sabía qué hacer. Finalmente se acercó a una papelera y la metió como pudo. Pero como siempre nos vigilan, en cuanto él se ajeló de allí se acercaron dos policías, con perro y todo, a ver qué había dejado. "¿Qué hiciste?", le pregunté ansiosa. "Nada, eché a andar sin mirar para atrás, que me llamen si es que he hecho algo mal", me contestó él. Claro, ¿qué hay de malo en eso? Bueno, no se qué diría Jorge. Es mejor que no sepa dónde terminó la urna de su madre.

lunes, 6 de diciembre de 2010

COCO Y SUS MANÍAS


Ya sabemos que la prensa en papel está acabada (o al menos en franca decadencia y la prueba de ello es que El País ha decidido publicar sus papeles de Wikileaks antes en la edición digital, toda una declaración de intenciones de futuro me parece a mí) pero no me puedo resisitir, aún, a comprarla y leerla los sábados y los domingos. A Coco también le gusta, pero por otras razones, como se ve en la foto. Le encanta arrancar pedacitos y hacerlos cada vez más pequeñitos. Es una manía. Y tiene unas cuantas más. Leo que con la domesticación los perros han ido adquiriendo costumbres "humanas", léase manías, y aunque muchas nos saquen de quicio lo importante es saber descifrarlas, entender lo que nos quieren transmitir con ellas. A Coco le encanta robar calcetines y bragas, golpear contra el suelo zapatillas, morder los bordes de los zapatos, comer poco a poco, yendo y viniendo de la cocina al salón, cogiendo cada vez un par de piececitas de pienso y llevándolas hasta el salón donde las muerde y traga y vuelta a la cocina otra vez, acurrucarse y dormir en mis piernas mientras escribo en el ordenador o veo la tele, sentarse en la butaca de orejas y mirar al jardín, y pasarse horas buscando un escondite para un hueso de cartílago que tiene, no se si todavía es el que le regaló Sol, y que periódicamente aparece aquí y allá. Esto y hacer hoyos es una conducta instintiva difícil de evitar porque va en su naturaleza. Lo más gracioso es que esconde las cosas sólo a medias (es alucinante ver cómo empuja con la cabeza como si moviera tierra para tapar el objeto). El otro día vi debajo de un cojín del sofá las patitas de la gallina de plástico, la imágen era genial, y normalmente el hueso también está siempre a medio esconder aunque estos días ha desaparecido del mapa; estará debajo de algún mueble. Al parecer esto lo hace simplemente para llamar la atención y que juguemos con ella. En fin, nada complicado ni preocupante como este caso que rescato de un consultorio veterinario: "Tengo un spaniel bretón de 2 años de edad. Ultimamente no para de olernos las orejas a toda la familia. ¿Por qué hace este gesto? Gracias. Silvia. Estimada Silvia: Los perros tienen a veces manías como nosotros pero el caso de oler las orejas no lo había oído jamás. Siento no poder aconsejarla. Saludos cordiales". Ja, ja, ja, ante todo sinceridad.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

DE PERROS QUE SABEN VOLVER A CASA

Mis padres vienen a casa para visitar a Coco. Esto es una evidencia que no se molestan en ocultar. Hace unos días, cuando Coco estuvo pachuca, mi madre me avisó por teléfono: "vamos, pero a ver a Coco". Por su parte Coco da saltos de alegría y se vuelve loca cuando me oye decir: "¡que vienen los abuelos!". Todo resulta muy curioso porque a mi madre le daba -yo creo que aún le da- un poco de miedo la perrita. Sus saltos y mordisqueos la ponen muy nerviosa: cree que le va a morder. Pero está todo el rato pendiente de ella y habla de Coco como si fuera una nieta. Mi madre nunca jamás tuvo perro, ni gato, ni ninguna otra mascota. Mi padre sí. Y desde que mis hermanas y yo eramos pequeñas conocemos la curiosa historia de su perro, un pastor alemán que vivía con ellos en la colonia del Retiro y que consiguió volver a su casa desde Navacerrada. Hace poco, comentando esta anécdota, averigüé mas cosas; al parecer resultaba complicado lo de dar de comer al perro, estaban en plena guerra civil, así que decidieron regalarlo a un conocido que se lo llevó a Navacerrada. "¿Por qué, vivía allí?" pregunté; "no, iba al frente y se lo quiso llevar" contestó mi padre. Hombre, ahora lo entiendo todo, claro, el pobre perro cuando vió el panorama se dió la vuelta sin pensárselo, echó a andar y no paró hasta llegar a la calle Averroes.
¿Pero cómo es posible que un perro pueda volver a un lugar que está a mas de 50 kilómetros sin haber hecho el camino previamente mas que una sola vez y no andando por cierto? Desde hace muchos años se hacen experimentos para intentar averiguar qué es lo que les hace volver; no parece que sea el olfato, ya que por lo general se encuentran en algún lugar desconocido y no saben la ruta de vuelta. Muchos científicos coinciden en que podría ser el sentido de la orientación, pero no deja de ser sorprendente cada vez que se da algún caso. Lo lógico es que un perro tenga un radio de acción -más grande en el caso de los machos que en el de las hembras-, que es donde transcurre su vida, y cuyo diámetro sería una imaginaria banda elástica (de bandas elásticas también saben las personas y si no que se lo pregunten a Fernando, a María José y a Pedro, ¡cuánto nos reímos cada vez que planeamos algo más allá de los límites del barrio de Argüelles, qué pereza les da!). Este diámetro es elástico porque puede ir creciendo a medida que va conociendo más territorio y ampliando ese área. El radio de acción de Coco es el que hemos hecho juntas con nuestros paseos. Conoce el camino perfectamente y sabe cuándo estamos de vuelta, de hecho ella va por delante dirigiéndome. O eso quiero creer. En algunos de los parques por los que pasamos la suelto y aunque se para aquí y allá a olisquear y yo me adelanto bastante siempre se mantiene a una distancia prudencial y vuelve hasta mí con una carrerita, el pelo al viento y carita de velocidad. A veces, con pánico, imagino que se me despista, que se pierde, que anda y anda por mil sitios sin encontrar el camino de casa, ¡qué angustia!
Otro cantar son los perros que intuyen que sus amos están volviendo a casa. Son historias bastante increíbles, pero que ocurren, y que se cuentan en el libro de Ruphert Sheldrake titulado De perros que saben que sus amos estan camino de casa y otras facultades inexplicadas de los animales. Yo no se si Coco sabe cuándo volvemos. Sí se que en cuanto abro la puerta oigo sus uñitas golpeteando en el suelo y se lanza escaleras abajo (siempre está arriba cuando llego a casa, supongo que durmiendo en su cunita) a recibirme. El otro día Esteban me propuso colocar una cámara y grabar lo que hace la perra cuando se queda sola, pero yo no se si esto es invadir su intimidad...

viernes, 19 de noviembre de 2010

CRÍTICAS PARA MEJORAR

Coco está como asustada en esta foto que le hizo Ignacio con su iphone. Pero no, simplemente está pensando, igual que yo, en las críticas que hemos recibido a propósito de la última entrada: "Pachucha". Me dice Chusa que ya sólo falta que hable de que se tira un pedo. Y tiene razón. Vivimos tan encerradas en nuestro mundo que he llegado a creer que lo que a mi me preocupa, la consistencia de la caca de Coco, es un tema que puede interesar a los demás. Y rodeada de buenos amigos a los que les guían las mejores intenciones, que quizá se sienten obligados a comentar mi blog mas por cariño que por propio interés, me he creído que era un tema trascendental en nuestras vidas. Hasta que ha llegado el abogado del diablo para abrirme los ojos. ¡Y qué importante es! Un tipo muy interesante que se llamaba Irving L. Janis (1918-1990) y que estudió a fondo los equipos de trabajo y los peligros de la toma de decisiones en grupo profundizó sobre la figura del abogado del diablo, imprescindible en cualquier grupo que aspire a trabajar con éxito, cuya misión es la de criticar las propuestas y decisiones de sus miembros y en especial las del líder. John F. Kennedy, que era un tipo bastante listo, se guiaba por estos consejos y los puso en práctica nombrando a su hermano Robert su particular abogado. El papel es difícil, porque se trata de cuestionarlo todo y evidentemente supone un desgaste muy grande. Sólo puede hacerlo alguien con mucha fortaleza para alguien con mucha sabiduría. Dicen por ahí que Zapatero le pidió a un primo suyo de León que hiciera este papel ("ah, qué bien", dije cuando me lo contaron), pero que pasado un tiempo se hartó y dejó de cogerle el teléfono ("ah, ya me parecía", lamenté). A mi, por ejemplo, me gusta mucho pensar que una seguidora tan fiel y exigente como es Chusa desea mucho más de este blog que el simple dato de si Coco ha hecho caca o no; me gusta sentir esta presión, me obliga a pensar mucho más las entradas, investigar y contar cosas porque nada me estimula más que aprender y enseñar. Coco y yo agradecemos profundamente esta crítica constructiva porque tenemos ganas de dar lo mejor de nosotras mismas. Esperamos no defraudar.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

PACHUCHA

Llevaba Coco unos días apagadita y sueltecita, como diría mi madre, y hoy, un poco preocupada después de leer y leer en internet, he llamado a Candela, su veterinaria, y me ha dicho: "traela". Y allí nos hemos presentado. Nada más entrar Coco se ha echado a temblar, pero le pasa siempre en la clínica de Cande, no debe de tener buenos recuerdos. La ha toqueteado, le ha puesto el termómetro -y ha comprobado que tenía fiebre-, le ha hecho una placa -por si se hubiera tragado algo raro-, le ha pinchado algo y finalmente me ha dicho que tenía una gastroenteritis, vírica o bacteriana, y me ha recetado todo esto:
Flagyl suspensión
, 0,75 ml cada 24 horas durante 10 días;
Sulfametoxazol
135 mg, 1/4 cada 12 horas durante 10 días;
y Arderal 75 mg, 1/2 cada 12 horas durante 3 días.
Ah, y además me ha dado dos latas de comida Prescription Diet 1/D, que ¡le enloquece! Nada más abrir la lata ya se pone en tensión, gimotea y salta intentando llegar a la encimera de la cocina. Se la pongo en su platito y la devora, y luego pasa la lengua una y otra vez, una y otra, y otra más.
No me extraña que le pasen estas cosas porque cada vez que salimos a la calle tengo que estar pendiente de todo lo que comistrajea, me siento policía diciéndole siempre "¡no!": el otro día en un descuido me la encontré lamiendo un escupitajo, sí, ¡ajjj, qué ascazo, un escupitajo!

martes, 16 de noviembre de 2010

LUCAS

Lucas es el westie de María Silveyro y Jesús Robles, los dueños de la librería "8ymedio", a los que ultimamente veo bastante ya que hablamos de un proyecto en común y aunque Coco no le conoce aún cualquier día pasearán juntos, seguro. Aquí está sentado como un rey en un sillón que está colocado tras el escaparate. El otro día mientras le hacía esta foto unas señoras le miraban a través del cristal intrigadas y muertas de risa porque no sabían si era una estatua o un perro de verdad. Puede presumir, y presumen sus dueños, de que le ha fotografiado nada menos que Bruce Weber y las fotos se publicaron en un número de Vogue. Me encanta lo tranquilo que es Lucas; Lola Garrido diría de él que es filósofo, desde luego lo parece. El verano pasado estuvo a dieta, me lo contó María, para poder viajar en avión a Mallorca, donde tienen una casa. Me enteré de muchas cosas; por ejemplo, que viajan con él en el asiento, dentro de una bolsa especial y que sólo lo hacen los perros que pesan menos de 8 kilos. Lucas se había pasado un poco y le pusieron a régimen para poder ir con ellos. También me contó que en cada vuelo sólo se permiten dos perros en cabina. Vaya, información útil por si tengo que viajar con Coco. Según el facebook de su dueño Lucas anda in love con una perrita del parque que se llama Canela, aunque cada vez que hemos coincidido ellos, Ajo y yo les he oído decir que tenían que emparejar a Lucas con Musa, la perrina de la micropoetisa. Bueno, ya tiene donde elegir, pero a mi me parece que Lucas vive tan cómodo y feliz que va a seguir ahí sentado pensando en sus cosas durante mucho tiempo.

lunes, 15 de noviembre de 2010

NUEVAS COSTUMBRES

Noto ultimamente que Coco tiene nuevas costumbres. Por ejemplo, desde hace varios días ya no amanece en su cunita, que está en el dormitorio. El primer día que no la vi ahí al despertarme salí a buscarla y no la encontré ni en la cocina, ni en el salón, ni en mi estudio; estaba encima de la cama del cuarto de invitados, hecha una reinona. Imagino que después de casi 6 meses en casa ha decidido ya cuál es el lugar que más le gusta. También ha encontrado un nuevo sitio de vigilancia. Es en el mini pasillo que hay entre la cocina y el salón; se pone ahí y controla lo que ocurre en las dos habitaciones. Es curioso que ella tiene muy claro cuáles son sus preferencias. A mi me gusta mucho ponerla a dormir la siestecilla en la butaca roja del estudio, arropada por la manta de cuadros, pero ella sólo acepta cuando tiene mucho sueño, porque si no prefiere estar a mis pies, mirando hacia la escalera. Las nuevas costumbres de Coco me hacen feliz porque me preocupo demasiado cada vez que rompo las normas, cuando no puedo sacarla de paseo por la mañana o cuando se me hace demasiado tarde por la noche; ahora pienso que no es tan grave y que incluso puede ser el principio de una nueva etapa o de una nueva costumbre que le guste más que la anterior.

viernes, 12 de noviembre de 2010

ALEJANDRA Y SOL CON COCO

Aunque la pobre Coco aparece un poco estrujada en brazos de Alejandra se lo pasó de maravilla la otra noche en la que Alex y Sol vinieron a cenar. Fue una noche muy divertida; también estaban Jorge Pineda, profesor de yoga e inventor de un tratamiento facial revolucionario que se llama ZenVisage, Ignacio y Esteban, claro. La verdad es que tanta gente con tantas ganas de hablar alrededor de la mesa aquello parecía en algunos momentos un gallinero. Jorge empezó a contarnos en qué consiste el tratamiento y la conversación derivó hacia la hipnosis; Alex quería ser hipnotizada pero no conseguimos que Jorge se pusiera a ello porque habla tanto que finalmente creo que todos caímos hipnotizados bajo su discurso. Alex y Sol se lo llevaron en su coche y ya no se qué pasó pero Sol ha escrito algo en su muro de facebook sobre un producto para la memoria y me ha dejado intrigada, ¿querrá olvidar o recordar?

martes, 9 de noviembre de 2010

EL BAÑO DE COCO

Me encanta bañar a Coco. Las primeras veces resultó difícil. Intentaba todo el rato salir de la bañera. Ahora, en cuanto la meto en el agua calentita, se queda quieta. Le echo el champú y la aclaro y no rechista, solamente me mira de vez en cuando. La saco y se pone a temblar. La envuelvo en su toalla y la tengo un ratito abrazada mientras le quito la humedad. Luego la seco del todo con el secador, al que también se ha acostumbrado. Y después estoy horas acariciando su pelo suave y esponjoso. Coco es bastante limpia, aunque paseemos por sitios sucios siempre vuelve en un estado aceptable y en muy pocas ocasiones he tenido que lavarla al llegar a casa. Leo que no conviene bañarla mucho porque pierde su grasa natural y se le puede irritar la piel. Aconsejan cada 3 o 4 semanas y mas o menos esa es la periodicidad con la que yo la baño. Ahora me preocupa limpiarle correctamente los oidos. No se si lo hago bien y en mi próxima visita a Candela le voy a preguntar. Hoy, después de secarla le he echado colonia con olor a vainilla y está para comérsela.

lunes, 8 de noviembre de 2010

COCO EN OTOÑO

Este es el primer otoño de Coco y no he visto jamás a nadie pasárselo tan bien con las hojas caídas en el suelo, aunque, todo hay que decirlo, a veces se asusta con el ruido que hace alguna cuando la mueve el viento, ¡qué le vamos a hacer, así es esta perrita! Lo que ocurre es que con el cambio de horario y lo miedosa que es cuando toca el paseo de la tarde ya es de noche y no hay manera de que esté tranquila para hacer caca y pis. Además del frío que ya hace a esas horas. Leo que para afrontar las bajas temperaturas es fundamental tener en cuenta el pelo, la grasa y el tamaño del perro. Cuanto menos pelo, grasa y tamaño, más calor pierde, por lo que tenemos que aumentar algo más la cantidad de alimento.Yo ya lo había notado; ahora come algo más. Y lo que más le gusta es tumbarse enfrente de la chimenea o en los lugares en los que el suelo está caliente porque debajo pasan las tuberías. Un día Lola me llevó a una tienda que hay cerca de su casa para que le comprara un jersey a Coco, porque Jara ya tenía uno. Se lo compré sí, y ahí lo tengo, porque no se aún si llegaré a ponerselo.

sábado, 6 de noviembre de 2010

JARA

Jara ya está instalada en Madrid con Abraham, Isabel, Lola y Celia. Va por la nueva casa como Pedro por la suya, bueno es que en realidad ya es la suya. Ayer cuando llegué vino corriendo hacia mí, como siempre, y le estuve haciendo un montón de carantoñas. Ya en la cocina, también estaban Pedro, María José y Leíto, me contaron que un rato antes de que llegáramos Esteban y yo dijeron mi nombre y al oirlo salió corriendo hacia la puerta dando saltos y haciendo ruiditos. ¡Qué feliz me hizo! Me la imaginaba igual a como se pone Coco cuando oye "Ignacio" y me pregunté cual será su reacción al oir "Amelia". Tengo que hacer la prueba.
La prueba del nueve es la que pasó Jara delante de esta hamburguesa; me recordó a Coco hace unos días cuando abrí un par de sobres con jamón. Ella no veía lo que yo estaba haciendo pero debía de olerlo y empezó a gemir que mas que pena daba risa. ¡Pobre! Y me acordé de Carlos, cuando me dijo, poco después de que llegara Coco a casa: "ya verás como dentro de un mes le estás dando jamón". "¡Por encima de mi cadaver!", le contesté. Y así seguimos. Puedo decir que a día de hoy esta perra no ha probado el jamón (al menos que yo sepa).

jueves, 4 de noviembre de 2010

LA MÁS LISTA

Aunque en la lista de los perros más inteligentes, la oficial, la de mi guía en cuanto a educación canina, Stanley Coren (1.Border Collie; 2.Poodle o Caniche; 3.Pastor Alemán; 4.Golden retriever; 5.Doberman pinscher; 6.Pastor de Shetland; 7.Labrador retriever; 8.Papillon; 9.Rottweiler; y 10.Cattle dog australiano), no aparece el Yorkshire Terrier, yo creo que mi perra es superlista. De hecho a mi me parece que domina un vocabulario amplísimo. Sol me ha contado que tiene unos amigos, Alex y Teresa, que por cierto cuando se separaron acordaron un régimen de visitas para el perro, que decían lo mismo del suyo. Pero la verdad es que Coco entiende muchísimas palabras, y le dije a Sol: "te voy a hacer la lista y ya lo verás".
Coco
No y Sí
Muy bien
¿Qué?
¿Dónde está?
Caca y pis
Premio
Comida (y a veces, comidita)
Agüita (sí, esta vez sí, qué le vamos a hacer, siempre en diminutivo)
Ven aquí
Quieta
Vamos
A cruzar
Arriba
Sentada
Esteban
Ignacio
Lidia
Jarita
Abuelos
A dormir
Y no sólo las palabras. Lo que entiende perfectamente es el tono. Cuando usas el interrogante, por ejemplo con "¿qué pasa?", "¿qué es eso?", "¿qué oyes?", "¿dónde está?", "¿dónde me llevas?" y "¿qué haces?" siempre balancea ligeramente la cabeza hacia un lado; si sigues haciéndole alguna otra pregunta la balancea hacia el contrario, y así podrías estar toda la vida. El tono de enfando, con por ejemplo, "no, no y no", "ya te he dicho mil veces que eso no", "¿qué es esto?" y "¿qué has hecho?" hace que baje la cabeza, y con el rabo entre las piernas busque refugio o se tumbe arrastrándose como para pedir perdón al mejor estilo perruno. El tono autoritario es eficacísimo para dar ordenes, las cumple inmediatamente: "ven aquí", "sentada", "a dormir" y "quieta". Y luego queda el tono aflautado, alegre, mimosón y si quieres algo ridículo de cuando se dice algo así como "chiquirriquitina-bonita-lista-ay-mi-perrita-cu-cu-cu-cu-chiqui-chiqui", que termina de diferentes maneras; con un "¡pero qué guapa es!", o "¡pero qué lista es!", o "¡pero qué bonita es!".
¡A ver si no es lista mi perrita! ¡Y con sólo 8 meses!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

COCO SÍ QUE SABE

En este otoño tan veraniego Coco busca el sol y cada vez que la puerta del salón está abierta se escapa a su rincón preferido, al lado del aloe y del limonero que no da limones, aunque una vez dió uno. Si me asomo y la miro levanta sus ojos como medio dormida. Si la cojo en brazos noto el calorcito del suelo en su barriga y el olor a patio. Me encanta vivir con Coco y darle la mejor vida posible. Hace tiempo, cuando estaba preocupada por cómo criar a un perro, leí en algún sitio que para ser felices los perros no necesitan mas que comida, costumbres regulares y alguna caricia. ¿Sólo los perros? "El perro sabe, pero no sabe que sabe", dijo Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), filósofo y teólogo francés. Yo pienso que Coco sí lo sabe.

miércoles, 20 de octubre de 2010

COCO CALLEJERA

A Coco le encanta salir de paseo. Eso sí, el 90 por ciento del tiempo se lo pasa oliendo. Vamos andando y ella con el hocico pegado al suelo; parece que llevo una aspiradora al final de la correa. A veces tengo que tirar de ella, obligarla a caminar "seguido" un rato y luego pararme para que empiece a olisquear. Pero lo más curioso de todo es la vuelta a casa. Siempre se restriega por la alfombra y por el sofá. Parece que quiere impregnarse del olor de la casa y dejar el de la calle. ¿O será al contrario, que quiere traer el olor de fuera a dentro?
A mi me encanta cómo huele Coco, pero a veces me pregunto si es un olor fuerte, de esos que la gente califica como "olor a perro". Recuerdo que cuando llegó a casa recién comprada olía a guarida, pero es que venía del criador y traía todo eso encima. Le duró muchísimo, claro, hasta que pasada la cuarentena y las vacunas pude bañarla. La primera vez que le cortaron el pelo (¡pobre, cómo la dejaron!) llegó con un olor que me encantó. Luego averigüé que le habían puesto colonia para perros con olor a vainilla. Me la compré y se la puse un par de veces, pero siempre que lo hago ella sale corriendo como alma que lleva el diablo y se restriega por toda la casa; en esta ocasión sí tengo claro que se lo quiere quitar.

domingo, 17 de octubre de 2010

COCO CON IGNACIO

Coco adora a Ignacio. A mi me da un poco de pena cuando Esteban le toma el pelo a Coco; le dice: "Coco, ¿quién viene?, ¡Ignacio!". Entonces Coco pone cara de sorpresa, levanta las orejas, empieza a mover el rabo a toda velocidad y se va a la puerta dando saltos y gimiento. Me da pena. Yo prefiero avisarla un rato antes. Le digo: "¡Coco, que va a venir Ignacio!", le abro la puerta y se sienta a esperar mirando a la calle. Cuando llega Ignacio, en moto o en coche, se lanza a por él loca de alegría.
Ignacio, como todos los niños, cuando era pequeño pedía un perro. Y yo, como todas las madres, le decía que no teníamos casa adecuada ni tiempo para cuidarlo. En cambio tuvo hamsters. No recuerdo si 2 o 3. Sí me acuerdo de una de ellas, Teresa (de hamsteresa), que a veces salía de la jaula si nos olvidábamos de cerrarla bien y se paseaba por la casa; yo la descubría por el ruido que hacía al morder comida que llevaba en sus carrillos y me la encontraba debajo del sofá. Otro se cayó por la terraza, era un cuarto piso, y se estrelló justo a la entrada del portal.
A pesar de estos antecedentes con animales, estoy deseando que Ignacio cuide de Coco en alguna ocasión.

sábado, 16 de octubre de 2010

COCO VE LA TELE

No se si es que Coco se está haciendo mayor, pero de repente le ha dado por ver la televisión (lo digo porque es sabido que la tele ha quedado como entretenimiento para gente mayor). Hasta hace poco pasaba por completo de ella; cuando yo la encendía Coco iba a su aire, jugaba, se sentaba a mi lado o se dormía encima de mi, pero apenas se fijaba en la imagen ni atendía al audio de la pantalla. No se sabe muy bien qué es exactamente lo que ven los perros en la televisión; al parecer ven imagenes "flickeando", pero a mi me da la impresión de que los primeros planos los distinguen muy bien. Y determinados sonidos les hacen reaccionar. El otro día se oyó el timbre de una puerta en una película y ella salió corriendo hacia la de casa. Pero ya no es cuestión de si reacciona o no ante lo que emite el televisor; es que ahora he notado que se queda un buen rato siguiendo lo que pasa.
No se si ahora tengo una responsabilidad más; la de enseñarle a distinguir lo que vale la pena ver y lo que no, y protegerla de Jorge Javier Vázquez y compañía. Recuerdo que cuando Ignacio era pequeño veía con él mucha televisión, mala y buena, y siempre intentaba explicarle qué me parecía malo, y por qué. En realidad yo usaba, y sigo haciéndolo, la televisión para despotricar y protestar. Mi pobre hijo a veces, cuando empezaba algo que a él le gustaba y a mi no tanto, me decía: "la vemos, mamá, pero sin que chilles todo el rato".
De momento Coco se tragó el otro día, enterito, el documental de Bansky, Exit through the gift shop; una maravilla, por cierto.

martes, 5 de octubre de 2010

MAY Y COCO

¡Por fin Coco en brazos de May! En realidad se conocieron hace ya unos meses, recién llegada Coco a casa. Mi hermana May fue la primera persona a la que yo vi meterle la mano en la boca a Coco para que la mordisqueara. Bueno, es que yo nunca había tenido perro y no sabía ni qué hacer con ella, de hecho no quería que mordiera y le decía constantemente que no cuando lo hacía. Ahora me he dado cuenta de que lo hace como una necesidad y muestra de cariño. Coco se portó de maravilla el otro día en casa de mis padres. Aguantó como una jabata la comida y cuando nos fuimos, casi 3 horas después, hizo pis y caca en la calle. En ese momento sentí que ya se había hecho mayor.
Mientras comíamos Coco iba de un lado a otro debajo de la mesa, y en un momento dado se sentó cerca de Antonio, el marido de May, que comentó que los perros saben quien tiene perro y que se establece una corriente de simpatía inmediata. Ellos siempre han tenido dos o tres perros; me contó May que los dos últimos, grandotes, van siempre detrás de ellos como si fueran su padre y su madre y que ven la televisión juntos, bien pegaditos, incluso en verano, haciéndoles sudar la gota gorda y preguntarse a gritos: "¡¿es que no hay más casa que tenemos que estar aquí apretujados?!". A mi me encanta que Coco se apoye en mí mientras estoy tumbada haciendo gimnasia o leyendo el periodico en el sofá.

lunes, 4 de octubre de 2010

LLEGA EL FRÍO


Y dónde más lo he notado ha sido en las almohadillas de Coco. ¡Están tan frías! Y, por supuesto, húmedas cuando llueve. Ya llevaba yo un tiempo preocupada por este tema porque este verano casi se las achicharra un día que la saqué de paseo, al cruzar el puente del tren, que es metálico y estaba echando bombas. Leí en internet sobre un producto que las hidrata y proteje, vamos lo que viene siendo una crema para la piel. Lo comenté y me abuchearon, pero creo que terminaré por comprárselo.
Ando ahora dándole vueltas a lo de los zapatitos para perros, de los que me habló Teresa Ordás cuando volvió de Nueva York porque al parecer allí son un "must". Me dijo, "ya hasta queda raro ver a los perros sin zapatos". Y tiene su lógica. Porque cuando sales de paseo, sobre todo en invierno, la perrita vuelve hecha un asco. Lo había apartado de mi mente, pero ahora, con la llegada del frío, me lo estoy planteando seriamente. De momento ya he hecho una investigación para saber dónde se venden, qué modelitos hay (¡¡me encantaaaaaan tooodos!!), tallas y precios, claro. Esta página es completísima: http://www.speedogs.com/botas.html. Ahora a tomarle medidas para saber qué pata calza. (Ya, ya se que Esteban me dirá que por encima de su cadáver).

viernes, 1 de octubre de 2010

COCO EN BRAZOS

A la vuelta de mi viaje me he encontrado con algunas novedades en Coco, por ejemplo, el empeño en estar en brazos. Hasta ahora se dormía a mis pies cuando me ponía a trabajar al ordenador, pero desde que volví quiere subirse encima y dormirse en brazos. Una vez "frita" la pongo con cuidado en la butaca roja o en la cunita que le he subido al estudio, pero se despierta y vuelve a mi para que la coja otra vez. Con mucha paciencia vuelvo a repetir la jugada una y otra vez, hasta que se aburre. Leo sobre los yorkies y lo caprichosos que pueden llegar a ser si no se les educa convenientemente. Bueno, eso quien quiera educarlos, porque como dice un amigo de Chusa: "yo tengo un perro para malcriarlo y darle todos los caprichos". Leo también algo que me hace mucha gracia y que revela perfectamente la personalidad de Coco: los yorkies no son conscientes de su tamaño y no temen enfrentarse a perros grandes. Ja, ja, ja... esto le pasa todos los días en el paseo que damos. Sale a la calle con aire de "aquí vamos", como dispuesta a hacer frente a cualquiera. Otra cosa es cuando algún perro grande reacciona, entonces se da cuenta del "embolao" en el que se ha metido y viene corriendo a mi para que, como no, la coja. Y desde ahí mira hacia abajo. A veces me da envidia cómo debe ser ver el mundo desde arriba, en unos brazos.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

CON MARÍA Y MAMEN

Hace unos días me crucé con unos vecinos mientras daba su paseo a Coco. Me extrañó verlos sólos, sin su perra, y les pregunté por ella. Resulta que había muerto mientras estaban de vacaciones. Su hijo la había sacado de paseo y cayó fulminada al suelo. Tenía 11 años, y era una golden preciosa que siempre estaba en la puerta de casa. Me contaban emocionados lo tristes que estaban y que habían sido muy felices con ella, y me dijeron "era una más de la familia y ella lo sentía así".
Yo creo que Coco también se siente en familia. Y el otro día conoció a María, mi sobrina, la hija mayor de mi hermana Mamen. A Mamen ya la habíamos visitado un día en su trabajo después de pasar por la clínica de Candela, que está muy cerca. Las dos se quedaron enamoradas de Coco, que se portó de maravilla. Ahora falta Paloma, que no pudo venir porque estaba de viaje. Cualquier día se la dejaré en su casa para que la cuiden, que les apetece mucho; el problema será encontrar el momento porque a estas tres no se les cae el tejado encima, no, que no hay manera de que se recojan.
A veces pienso en la familia de verdad de Coco. Cuando llegó a la tienda lo hizo acompañada de un hermanillo, de hecho la cartilla que me dieron con su número de identificación era la del macho. El veterinario me llamó unos días después para comentarlo y pedirme que pasara por allí para darme la suya, con su número y nombre, en la que ya tiene anotadas todas sus vacunas. El hermano ya no estaba y me pregunté quiénes serían sus dueños. ¿Dónde vivirá? ¿Y sus otros hermanos? ¿Cuántos tendrá? ¿Cómo serán los padres de Coco? Menos mal que ella ni se acuerda de ellos porque lo cierto es que yo soy su mamá.

jueves, 23 de septiembre de 2010

LISTA DE RECOMENDACIONES

Me marcho dentro de un rato de viaje por unos días y aquí se quedan Coco y Esteban que ahora tendrá que ocuparse de las, según él, "costumbres maniáticas" de la perrita. Bueno, lo único que ocurre es que tiene unos horarios que mas o menos hay que cumplir (o sería deseable).
Hacia las 8 de la mañana Coco se aproxima a la cama y avisa de que está despierta ("a mi nunca me lo ha hecho", dice Esteban; yo creo que sí, pero que no lo ha oído). La cojo en brazos y la bajo hasta el jardín de atrás. Estamos un ratito por allí y hace pis y caca. Cuando entramos en casa va directa a la cocina pero aunque le pongo su ración no suele ser este el momento en que come, mas bien prefiere seguir durmiendo, en su cunita de la cocina o en la del dormitorio. La comida va en dos raciones, por la mañana y por la noche, y le gusta un poco húmeda, ahora que le faltan algunos dientes la come así mejor. La mañana la pasa siguiendome de un lado a otro y durmiendo aquí y allá. Ya me he dado cuenta de que a veces llama mi atención, subiéndose a las piernas, y es porque quiere algo, normalmente suele ser que la acompañe abajo para hacer pis. Con un premio después se queda tan contenta. A la 1 o 2 le doy un paseo y suele hacer pis y caca otra vez, aunque si el tiempo se me ha echado encima lo hace en la arena de la caja de la cocina. El paseo suele ser siempre el mismo ya que alguna vez he querido cambiar de ruta y me ha mirado con cara de decirme: "que no, mujer, que por aquí", así que lo único que hay que hacer es seguirla y abastecerse de nuevas bolsitas de caca. Quizá el momento "diferente" de esta experiencia sea el viernes, que pasará toda la mañana sola hasta que llegue Esteban, a eso de las 3; bueno, pero es que estar sola forma parte de la vida de una perrita. Mi madre dice (claro, ella nunca ha tenido perro) que cómo es posible que la dejemos solita, como si fuera una niña... Y por la tarde más de lo mismo; imagino que Coco hará compañía a Esteban en su estudio y que por la tarde noche saldrán a dar un paseo. A la vuelta nueva ración de comida. Y la noche con Esteban en el sofá o esperándole si sale por ahí. No me preocupan los mimos porque se que va a estar achuchada y besuqueada mas que si estuviera conmigo. Sólo me inquieta que, con todos mis trucos, Esteban lo haga tan bien que no me echen de menos. Yo a ellos seguro que muchísimo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

¡QUIETA!

Las etapas de la educación de Coco vienen impuestas por la necesidad. Hace unos días la solté para que aprendiera a pasear junto a mi sin necesidad de correa y todo iba de maravilla hasta que echó a correr y no había manera de alcanzarla. Me asusté y decidí empezar en ese instante la fase de ¡Quieta! Ya la tenemos bastante controlada. Se para inmediatamente al oir mi orden al borde de la acera, al esperar un semáforo e incluso a mitad de paseo, en cualquier sitio, y no arranca hasta que le digo ¡Vamos! Pero ahora quiero empezar a dejarla quieta en algún sitio y yo alejarme sin que ella se mueva. Es un reto, y espero lograrlo.
Cada día que pasa soy más consciente de los beneficios de la educación de un perro. Al fin y al cabo se trata de aprender un idioma común que permita entenderse y hacer más fácil la vida de los dos, amo y perro. Ahora le doy vueltas a asistir a alguna clase de entrenamiento. Para subir de nivel.

sábado, 18 de septiembre de 2010

TENER O NO TENER PERRO

Me conecto esta mañana a facebook y en el inicio leo a Lucía Asué (que fue redactora en "Madrid Directo") que cuenta que está pensando en tener perro y pide a sus amigos que la disuadan. Salvo dos o tres románticos que la animan (insisten en adoptar mejor que comprar), el resto le habla de todas las tareas que supone que se resumen en una: tiempo. Tiempo para educarle, para pasear con él, para darle de comer, para hacer caca y pis...
Yo me he planteado muchas veces en mi vida tener o no perro. Hace años lo pedía Ignacio y la excusa siempre fue que no podíamos porque no lo ibamos a dejar solito en casa ¿no? En un momento determinado, cuando Ignacio ya tenia 14 años o así, me ofrecieron una golden de 1 año. Le expliqué que debía tomar la decisión él porque iba a ser suyo; me contestó a la mañana siguiente que no quería tener esa responsabilidad. Cuando ya se fue de casa me rondó la idea varias veces por la cabeza, pero la sensatez ganaba. Yo no tenía tiempo. Hasta que Esteban llamó y dijo: "estoy aquí con nuestro perrito, acaba de llegar a la tienda". La decisión estaba tomada. Ahora que lo tengo, perro y tiempo, soy feliz y me alegro de que Coco viva con nosotros. Todos los argumentos racionales dejan de tener sentido ante los emocionales. Pero no cabe duda, la vida cambia completamente. Yo, a Lucía, le aconsejo que no tenga perro. Todavía.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LOS MIMOS DE ESTEBAN

Me regaña a veces Esteban por la cantidad de mimos que le hago a Coco, pero la verdad es que él me gana. Llegó a decirme que tenía celillos de la perrita porque yo estaba todo el rato pendiente de ella, pero en cuanto me descuido la tiene en brazos, achuchándola, revolcándola, y besándola en los morros (que Sol se impresionó al verlo).
Hoy se ha levantado en cuanto ha visto que yo cogía a Coco en brazos para bajarla al jardín. Estaba preocupado porque anoche, sin querer, la pisó y la pobre Coco pegó unos gritos que nos asustaron muchísimo; yo me puse nerviosísima pensando que le había partido la pata y que teníamos una perra coja (el me ha echado en cara hoy, haciendo ya risas de lo que pasó, que sólo me importara la estética). La verdad es que mi reacción fue exagerada, pero recuerdo que mientras estaba ocurriendo yo sentía que con él podía ser así, que él se iba a ocupar de todo. Ya venía yo de otra escenita anterior en la que me había pasado regañando a Coco porque se había hecho pis en la moqueta de mi estudio y me encontraba muy a disgusto conmigo misma. Esto unido a que el otro día me empeñé en cortarle las uñas y casi la desangro ha provocado una crisis de inseguridad en mi que me lleva a preguntarme: ¿está Coco en buenas manos? ¿soy una buena ama? ¿se cuidarla bien? ¿y si me equivoco cómo se arrega todo este desaguisado?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA CANCIÓN DE COCO

¿A los perros les gusta la música? Yo creía que sí porque me parecía que Coco se quedaba como en trance con la que yo escuchaba cuando hacía mis ejercicios del método Terol (eso sí, una vez que conseguía que dejara de mordisquearme los pies o las manos al ritmo de mis movimientos). Ahora me parece que sencillamente se duerme porque se aburre de ver cómo hago gimnasia. Y no es sólo con la música que yo me pongo. También se duerme con la radio, ya sea Radio 3 y lo que eligen sus expertos "gafapastis", o la más caliente que escucha Lidia cuando limpia.
Yo recuerdo que hace años tuve un cd que se titulaba Music for Cats and Kittys que me gustaba mucho y buscando en internet he encontrado distintos discos especiales para perros. Todos suenan muy parecido; música tranquila, tipo chill out o new age, o versiones de piezas clásicas, en algunos casos con ladridos de fondo, truco fácil para conseguir que Coco alce sus orejas cuando la oye. Algo mas arriesgada me parece la música para perros de Laurie Anderson, que el pasado mes de junio ofreció un concierto en Sidney en el que también participó su marido Lou Reed (http://www.youtube.com/watch?v=38g4VzkIf14&feature=related), al que me hubiera encantado ir. Los pobres tuvieron infinidad de críticas, pero en realidad Laurie ya había investigado antes en estos sonidos; la prueba está en su tema Walk de dog (http://www.youtube.com/watch?v=e9k61dfq-oc&feature=fvw) que a mi me gusta.
Sea un estilo u otro Ignacio encontró la canción de Coco: Cocody Rock, de Alpha Blondy (http://www.youtube.com/watch?v=C6-wgQ-B6YU) y la bailamos juntas.

martes, 14 de septiembre de 2010

ENGANCHE EMOCIONAL

En alguna de las numerosas conversaciones sobre perros que tengo ultimamente alguien dijo, como entendiendo mi relación con Coco, que los perros pequeños enganchan más que los grandes. Y, explicó, es porque los achuchas, los besas, los coges en brazos con tanta facilidad.... Es verdad. Lo curioso es que leyendo sobre esto me he encontrado con que en Nueva York ya se acepta el concepto "perro de servicio emocional", y en varios restaurantes han tenido que permitir la entrada de mascotas con sus dueños, incapaces de separarse de ellos. Hasta ahora sólo se admitían perros guía de ciegos, pero ahora, si demuestras convenientemente (una carta de tu psiquiatra es suficiente) que necesitas de tu perro para vivir, podrás comer con el, o ir de compras, o hasta ver una película en el cine, que todo llegará.
Yo confieso que tengo un gran enganche con mi perrita. Me gusta estar con ella. Pasear. Hablarle. Explicarle por qué el camión que descarga en la casa de enfrente hace tanto ruido, o quién está ladrando más allá del jardín. Ella me mira y entiende. Al menos se tranquiliza con lo que le cuento, que para eso le hablo. No vaya a creer alguien que es que estoy loca, ¿eh?

sábado, 11 de septiembre de 2010

CHUCHOS FUERA

Nunca jamás en mi vida había sentido la marginación (bueno excepto una vez que no me dejaron sentarme en la cafetería del Ritz en París porque mi pareja de entonces iba hecho un auténtico desastre, qué verguenza). Suena duro, lo se. Pero es así. Desde que tengo perrita soy consciente de la cantidad de cosas que ya no puedo hacer, que ya no hago, y, lo que es mejor, que no me importa. Por ejemplo, hace siglos que ya no paseo mirando tiendas; es genial, porque así gasto muchíiiiisimo menos. En cambio paseo por el parque, ando, y me encuentro muchíiiiisimo mejor.
La cosa comenzó poco después de que Coco superara la cuarentena. Ya podíamos salir y quedé en una terraza, consciente de que los perros no podían entrar en miles de sitios porque evidentemente podían molestar a los que estuvieran allí. La terraza estaba cerrada y en el interior me dijeron que no podía estar; Coco apenas pesaba un kilo y medio y la llevaba en brazos medio dormida. Mentalmente taché al local de mi lista de sitios a los que acudir. Pasé luego por mi farmacia a comprar algunas cosas y me recordaron, de una forma que no me gustó, que estaban prohibidos los perros. Mentalmente me he prohibido volver a esa farmacia a no ser que no me quede más remedio. Intenté entrar en un centro comercial nuevo, grande, precioso que hay en Pozuelo, pero un cartelito en la puerta me recordó que "nasti de plasti", que a la calle con el chucho (esta vez no apunté el lugar para no volver porque a ese paso me estaba quedando sin sitios a los que ir). Finalmente imploré en una tiendecita cafetería y, aunque el dueño me dijo que no, le contesté que ni se iba a enterar, que Coco era un bebé y que estaba dormida, y allí me senté... Uf, por fin. Pero qué complicado. La vida es muuuuuuuy diferente con perro. Y no te das cuenta hasta que lo tienes. Pero bueno, no está nada mal.

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿REGRESIÓN?

Entre la lista mental de cosas pendientes que he ido haciendo esta noche entre sueño y sueño está buscar una cunita nueva para Coco, que la suya ya se le ha quedado pequeña. También se ha quedado pequeña esta sillita que le regalaron Leo y María José, que apenas usa; así que esta noche también he decidio guardarla hasta mejor ocasión. Pero justo después de darle sus medicinas, las gotas y la pastilla machacada, se ha acurrucado en ella. ¡Vaya por Dios! ¿Regresión? Es que estos días, a propósito de la castración, he leído que algunas perras mayores cuando son castradas "rejuvenecen". ¿Habrá vuelto Coco al estado de bebé? También leí ayer un buen artículo sobre las mascotas en el Magazine de El Mundo, de Pablo Mérida. Habla, por supuesto, de los beneficios psicológicos y emocionales de vivir con una mascota. Y revela algunos datos significativos: al parecer en 6 de cada 10 hogares hay una mascota; el 86 por cierto las trata como a personas o a miembros de la famillia; y el 97 por ciento habla con ellas. Por cierto, menciona varios libros que me interesan, entre ellos De perros que saben que sus amos están en camino de casa y otras facultades inexplicadas de los animales, de Rupert Sheldrake, que hoy mismo voy a buscar. Esteban apunta que desde que tenemos perro se escriben mas artículos, hay más películas y libros, programas de televisión... Yo creo que lo había ya y nosotros ahora nos fijamos más porque nos interesa todo lo que tenga que ver con Coco, a la que por supuesto hablamos (ella también nos habla, pero esto ya os lo contaré en otro momento), y desde luego consideramos de nuestra familia. Se ha convertido en nuestra hija, en la hermana de Ignacio, en la nieta de mis padres, en la sobrinilla de Chusa, de Sol, de Leo, María José y Pedro, en la hermana de Jara, y en la hija adoptiva de Lola, Celia, Isabel y Abraham.

viernes, 3 de septiembre de 2010

LA OPERACIÓN DE COCO


Coco ya está operada. Estaba previsto hacerlo a finales de agosto pero las fechas no eran buenas y finalmente ayer Candela la operó. Con gran disgusto de Esteban, he de decir. Durante tiempo hemos estado hablando sobre si era bueno o no; para ella, para nosotros. Incluso ayer mismo, antes de llevar a Coco le pregunté: "¿vamos a enfadarnos por esto?", me contestó que no. Menos mal.
Los veterinarios lo aconsejan (por supuesto Esteban dice que lo hacen para ganar dinero) y he estado leyendo aquí y allá sobre los inmensos beneficios para su salud: evitas los celos y su estado anímico, los embarazos psicológicos, tumores y otras enfermedades sexuales. Chusa dice que sí a todo esto pero también afirma que "es egoismo puro, para que nosotras vivamos mejor, porque al fin y al cabo le estás quitando algo que ella tiene, dicho esto yo lo he hecho con mis dos gatos, Benito y Lupe". También he escuchado argumentos como el de Isabel y Lola: "¿y le vas a negar la expericencia de ser madre?". ¡Pero que estamos hablando de una perra! Además, una vez convertida en madre, ¿la vas a separar de sus cachorrillos? ¿eso no es crueldad? Evidentemente si me fuera a dedicar a la cría de yorkies ni se me ocurriría hacerlo (por cierto, me parecen horribles esos criadores que exprimen a sus perras como si fueran vacas lecheras embarazándolas una y otra vez). Pero no me veo asistiendo al parto de cachorrillos, cuidándolos un par de meses, vacunándolos, educándolos, y luego intentando colocarlos para no tener que abandonarlos o darlos a una tienda, que vaya usted a saber si los aceptarían. Creo que sería incapaz de separarme de ellos. Bastante enganche emocional tengo ya con Coco como para añadirle sus crías. Y no quiero salir de paseo con ella y tener que estar evitando a los perros del vecindario... El tema da mucho de sí. La prueba es que durante el ultimo mes ha sido fuente de discusión entre amigos y entre nosotros mismos.
Pero una vez convencida de que hay que hacerlo, llevada la perrita a la clínica, y recogida varias horas después (Esteban me dejó ir sola; "no quiero participar en su castración", dijo) tengo que contar que la experiencia está siendo muy dura. Porque la pobre Coco estuvo grogui toda la tarde de ayer y parte de la noche, y aún hoy y lo que queda. Porque por mucho que había leído y ya sabía, verle su bracito, perdón, patita vendada (donde tuvo la vía), la incisión en la tripita (con 4 puntos que le quitan en 10 días), el rapado de la pata y del vientre es estremecedor y se te parte el corazón. Y porque me he sentido un poco sola, diciéndome a mí misma que era lo mejor pero escuchando cosas terribles de los demás (incluso mi madre, ayer, me preguntó."¿por qué le hacéis estas perrerías a la pobre Coco?").
Ahora toca la recuperación; con antiinflamatorios y antibióticos que hay que darle con cada comida, con el cono para que no se lama la herida y al que aún no se ha acostumbrado, durmiendo con ella en brazos (al menos esta noche pasada) para que se sienta protegida, cuidándola y mimándola. Y en esto sí participa Esteban. Nos cuida a las dos. Qué bien.
(Por cierto, la buena de Coco me dejó alucinada; grogui total, se levantó a hacer pis en la caja de arena que está en la cocina).

jueves, 2 de septiembre de 2010

LIDIA Y COCO

Ayer volvió Lidia después de casi dos meses fuera. Cuando escuchó el ruido de la puerta Coco salió pitando hacia allí y al verla comenzó a saltar de alegría como loca. También Lidia se emoció con el recibimiento de Coco. Claro, la conoce desde que llegó a casa con apenas dos meses. Entonces se asustaba con el ruido del aspirador, aunque en seguida se acostumbró; seguía a Lidia por todas partes, mirando lo que hacía, esperándola por los rincones, mordiendo la escoba (algo que todavía sigue haciendo) y recibiéndola todos los miércoles con la misma ilusión.
Lidia ha estado todo el verano en la casa de vacaciones de la señora que cuida, aunque, me contó, se ha despedido. Prefiere buscar algo que no la obligue a pasar las noches fuera. Lidia es la hermana de Albina y Honoria. Cuando conocí a Albina y me contó que tenía dos hermanas más pensé que estaba en buenas manos. Han cuidado de mi tía, y me encanta que vengan a mi casa. Lidia quiere trabajar mucho, ahorrar dinero y volver a su país. Me gusta mucho un gesto suyo que hace cuando termina su jornada y se va; en la puerta de casa se suelta la coleta y así, con su melena al viento, empieza a subir la calle camino de la estación.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

VIGILANDO LA ZAPATILLA

Coco tiene una zapatilla de peluche color morado que le regalaron Leíto y María José hace ya mucho tiempo y que forma parte de sus juguetes preferidos. Desde ayer tiene costumbre nueva. Cogió la zapatilla y con ella en la boca buscó sitio donde esconderla. Lo encontró entre los cojines del sofá, y allí la dejó, un poco arrugada, bastante a la vista, lo que provocó nuestras carcajadas. Luego la sacó de ahí y se dió una vuelta por el patio, aunque debió de recordar que allí "perdió" el hueso que le regaló Sol, y se volvió al salón. Finalmente la subió a una esquina del sofá, se sentó al lado y estuvo vigilándola buena parte de la noche. Hoy se la ha llevado hasta mi estudio y ha estado buscándole lugar. Aquí está con la zapatilla en la butaca roja. Un rato después la ha vuelto a coger con la boca, la ha bajado hasta mis piés y ahora duerme con la cabeza apoyada en ella.

domingo, 29 de agosto de 2010

CAMORRITOS

Lola, a la izquierda, tiene en brazos a Coco y Jara (a pesar de que Abraham se pasa el día pidiéndole que las deje en el suelo). Celia observa todo lo que hace su hermana. Porque Jara es más de Lola que de Celia. Porque Lola es la mayor y más responsable. Porque es la que se ha ocupado mas de Coco. Lola y yo hablamos horas y horas sobre perros y lo que hacen bien y hacen mal. Por ejemplo, Lola me ha explicado cómo enseñó a Jara a andar tan bien por la calle. "Cuando se te cruce le tienes que dar con el pie y apartarla de tu camino", me dijo con su acento andaluz.
Coco ha pasado unos días en Camorritos, rodeada de niños, en una casa maravillosa en pleno bosque a la que constantemente llegan visitas, haciendo pis y caca en cualquier sitio del jardín y ladrando todo lo que le apetecía, que es lo mismo que decir todo lo que ladraba Jara, porque ella iba siempre detrás. Camorritos es territorio de Jara y allí es ella la que organiza y manda. Al principio Coco nos buscó, nos contaron Abraham e Isabel, pero luego se adaptó perfectamente. Eso sí, cada noche durmió en un sitio diferente a pesar de que le habían puesto su cunita al lado de la de Jara; con Lola, en el salón, a los pies de la cama de Abraham e Isabel...
La misma tarde en la que llegamos de nuestro viaje (Coco se puso tan contenta al vernos, haciendo esos movimientos que ella hace siempre que se alegra, agitando compulsivamente las patas incapaz de articular ladrido) me encontré al entrar a la cocina a una niña visitante, Mariana, con Coco en brazos. Nuestros ojos se cruzaron y vi su mirada de resignación, quietecita, sin mover ni una pata, como teniendo cuidado de que no la tirara en un descuido, y pensé: "qué perrita tan buena, qué suerte tengo". Después, ya en nuestra casa, me he pasado varios días achuchándola, abrazándola y besándola.

domingo, 22 de agosto de 2010

SIN COCO

Coco no está en casa. Y se nota tan vacía. Ayer se fué con Jara, Lola y Celia, Isabel y Abraham a Camorritos. Una prueba para mí. Y para Coco. Hay que aprender a separarse. "Prepara a tu perro para tu ausencia mientras estás presente" dice el manual y a eso voy, porque ultimamente me angustia pensar en tener que trabajar fuera de casa muchas horas y obligarla a estar sola. Por eso la prueba de vivir con otra perra, Jara, que ha sido estupenda. Por eso este viaje. ¿Cómo estará a la vuelta? ¿Me echará de menos? ¿Se acordará? Ignacio se reía ayer cuando le dije que encontraba rara a Coco, que la notaba tristona, "¿será que sabe que me voy?", le pregunté. "Será", me dijo burlón mientras me miraba como pensando: "mi madre alucina".

viernes, 20 de agosto de 2010

APRENDIENDO UNA DE OTRA

Sólo ha pasado una semana desde que Jara llegó a casa y parece que Coco y ella llevan juntas toda la vida. En este tiempo han aprendido muchas cosas nuevas.
Jara ya se ha lanzado a subir y bajar escalones y a dejarse llevar como un bebé (me encanta cogerlas así en brazos). Coco anda mejor por la calle, pegadita a Jara y nuestras piernas. Les encanta jugar juntas, corriendo una detrás de la otra, revolcándose y mordisqueándose. Jara ladra menos de lo que lo hacía cuando llegó y en cambio Coco ha vuelto a ladrar cuando pasa alguien por el jardín, o contestando al perro de enfrente que tiene muy mal genio -Jara, en esto, es muy chulilla y no se calla una- . Hacen caca y pis juntas; comen, o mejor dicho comistrajean, a la vez; duermen al tiempo; corretean una detrás de la otra, unas veces a petición de Jara y otras porque quiere Coco; nos esperan en la piscina a que salgamos del agua: Coco en la sombra, y Jara al sol, ya se sabe que los de Sevilla aguantan como jabatos. Y se embalan las dos cuando a la vuelta del paseo, ya enfilando la calle, les digo: "vamos, a casita".
Pero por lo que no pasan es por renunciar a nosotros. Si hago una caricia a Coco, ya está Jara queriendo otra para ella. Si Esteban achucha a Jara, llega Coco corriendo en busca de lo mismo. Anoche veíamos la tele en el sofá Esteban y yo, y a los lados Coco y Jara durmiendo, bien pegaditas a nosotros. Creo que estaban felices (con permiso de Sol). Yo, por supuesto.

miércoles, 18 de agosto de 2010

... DUERMEN UNIDAS

Estoy sorprendida de la facilidad con la que Jara se ha acostumbrado a estar con nosotros. Ayer mismo me preguntaba Abraham si les echaba de menos y tuve que decirle que si así era no se notaba. ¡Pobre! También yo imaginé que lloraría por las esquinas, pero no. ¿Le pasará lo mismo a Coco cuando se la deje a alguien? Supongo que sí. Ya lo dijo Chusa: son perros y quieren al que en ese momento sea su amo.
Tenemos ya nuestra rutina. Salimos al jardín de enfrente muy temprano; a veces el pis y la caca son rápidos y otras no. Como hoy. Luego me puedo encontrar alguna sorpresita en casa. Nuestro paseo por el parque sirve para conocer zonas nuevas. Coco lo huele todo, prueba todos los recovecos, saluda a todos los perros y personas; a Jara no le interesa mucho ni el campo ni la gente. Coco come del plato de Jara y usa su cunita en cuanto la otra se descuida. Cuando juegan Coco se sube encima de Jara y la mordisquea hasta que ella le pega un grito. Cualquiera pensaría que la pobre Jara está acobardada; y ahora que lo leo, también yo. Para compensar cuando me encuentro alguna meada o caca despistada la bronca le cae sí o sí a Coco; desventajas de ser la dueña de la casa.

domingo, 15 de agosto de 2010

PERRAS QUE TIEMBLAN UNIDAS...

Hoy tocaba Punto Limpio, así que he cargado el coche con vidrio y papel y he sentado a Jara y Coco en el asiento de atrás. Nada más arrancar les he echado un vistado y me he encontrado con dos perras temblando, unidas, eso sí, apoyadas la una en la otra. Ja, ja, ja... "¡Que no conduzco tan mal!", les he dicho. Casi hasta que no hemos llegado no se han tranquilizado. Y después he notado que esta experiencia las ha hecho más amigas. Claro, son cosas que unen. Como los odios comunes. No hay nada que una más a dos personas que el odio común hacia alguien. Ni siquiera el amor entre ellas. "Oye, no soporto a Jorge Javier Vázquez". Ya está. Si el que tienes enfrente lo odia también ya sois amigos para toda la vida.
Jara y Coco siguen dando forma a su amistad. Coco quiere jugar constantemente, y Jara entra al trapo, pero a veces lanza un grito cansada de su acoso (que, por cierto, es continuo, ¡qué pesada!). A Coco le encanta el plato de Jara, y le gusta comer su comida, pero cuando Jara está comiendo no se acerca; sabe perfectamente lo que es de cada una. Coco mira a Jara constantemente y las dos me miran a mi. Que me encanta. Jara es la reina en la calle. Anda muy bien, nunca sobrepasa mi altura, y Coco está aprendiendo a hacerlo igual. Coco, en cambio, domina en casa. Sube y baja y va de un lado a otro dejando atrás a Jara, que apenas sube escalones. Aunque luego, a un ladrido de Jara, Coco baja veloz a por su amiga. Yo creo que están muy a gusto juntas...

viernes, 13 de agosto de 2010

JARA EN CASA

La de la izquierda es Jara, la perrita de Abraham, Isabel, Lola y Celia, esta vez con mejor aspecto que en Rodalquilar. Está monísima, y con esos pelos largos tiene un aire hippy que le pega mucho. Llegó ayer y se quedará una semanita mientras sus dueños van a Mallorca. Yo estoy feliz.
Me gusta que Coco tenga amiguitas que vengan a pasar un tiempo con ella. Esto es algo que con Ignacio apenas hice; no se si porque entonces no se estilaba tanto como ahora, o porque yo no lo busqué porque en realidad a mi no me gustaba, ni me gusta, mucho socializar (lo cual no ha impedido que a él se le dé de maravilla). Jara se porta estupendamente. Para mi sorpresa. Porque yo esperaba que llorara echando de menos a sus dueños, pero no ha dicho ni mu. Anoche se le escapó la caca en la alfombra, pero qué menos; una casa y costumbres nuevas. En cambio esta mañana, cuando la he visto inquieta, le he abierto la puerta y se ha ido derecha a la verja. Me ha parecido que se sentaba y he pensado: "anda que como quiera esperarles aquí una semana". Pero no, simplemente estaba haciendo caca. ¡Coco daba saltos de alegría como si fuera la suya propia! Y luego me las he llevado de paseo para que conociera el barrio. Ahora duermen a pata suelta; Jara en su cunita y Coco a mis pies.

miércoles, 11 de agosto de 2010

LOS JUGUETES DE COCO

Por consejo de mi hermana May, que desde hace años ha tenido siempre al menos un par de perros simultáneamente, Coco tiene desde el principio sus propios juguetes. "Y que sepa que son suyos", me dijo May. Y tanto que lo sabe. El otro día recogí los que tiene en el suelo del salón, a saber: una cuerda de colores, una tortuga de tela, una zapatilla de peluche y una gallinita de goma, y se los saqué al patio pensando que allí jugaría con ellos. Me miró con cara de sorpresa. Y empezó a cogerlos uno por uno para devolverlos a su sitio. "Mira", pensé, "otra histérica del orden como yo". De vez en cuando los mordisquea, los golpea contra el suelo, los lanza al aire, los aprieta para que piten. Pero lleva unos días que se empeña en jugar conmigo; me llama cuando estoy en el ordenador, y quiere saltar y morderme las manos, y correr de aquí para allá.

martes, 10 de agosto de 2010

EL "CLINC CLINC" DE COCO

Coco ya tiene su nombre escrito en una plaquita. Un regalo de Chusa, que, curiosamente, me recuerda muchísimo a ella por el clinc clinc que hace al chocar la plaquita con la anilla que lleva el arnés cada vez que se mueve.
Cuando se la puse por primera vez y escuché el sonido que hace pensé que eso era un problema. Luego me he dado cuenta de que no, porque se oye a Coco antes de que llegue, y eso es gracioso. También me sirve para saber dónde está cuando se mete por lugares raros del jardín. Pero sobre todo me recuerda a la propia Chusa y una temporada en la que llevaba dos pulseras de plata que chocaban entre sí y que hacían un ruido similar. En la clase de yoga de Ramiro Calle, a la que estuvimos yendo algo mas de un año, acompañando al principio a Vicente para ayudarle en su recuperación, y luego solas, nos solíamos poner cerca la una de la otra. Un día en clase de yoga físico las pulseras de Chusa debían sonar más alto que de costumbre porque la profesora preguntó que qué ruido era ese. Chusa y yo nos miramos de reojo y ella, suavemente, como disimulando, separó las pulseras y seguimos con los ejercicios. A partir de ese momento las clases tenían mas tensión porque cada vez que las pulseras se juntaban y volvían a sonar mi atención se iba hacia ellas, de reojo volvía a mirar a Chusa, y yo no se cómo no nos dió nunca un ataque de risa. El caso es que hace tiempo que no se las veo, digo, que no las oigo.

lunes, 9 de agosto de 2010

SOL Y COCO

Esta foto de Sol y Coco tiene un valor excepcional porque Sol es alérgica a los perros. El caso es que anoche colgó en facebook la frase "loquita por salir en el blog de mi sobrina" lo que me lleva a pensar que no debió de tener muchos síntomas y que Coco ha pasado la prueba. Me ha hecho muy feliz porque aunque Sol tenga doscientos y pico amigos en facebook no todo el mundo puede ser amigo suyo; yo me siento una privilegiada.
Ayer Coco y yo invitamos a comer a Sol, Fernando y Angelito. Sol se presentó con un hueso de cartilago de esos para morder y en cuanto Coco lo pilló salió corriendo para esconderlo entre los cojines del sofá. Sol y Fernando se conocen hace siglos y tienen a mucha gente en común. Me encantó ver en acción sus lenguas afiladas, escuchar sus comentarios irónicos, y sobre todo, las divertidas críticas a "zerilla con zeta". Echo de menos trabajar con Sol, sentir su energía y ganas de hacer cosas, divertirme escuchando sus ideas loquísimas, y tener su cariño cuando las cosas van regular. Menos mal que nos vemos de vez en cuando... Cuando Sol se fue Coco se lanzó a recuperar el hueso que había escondido. Lo sacaba de un lugar, lo llevaba a otro, lo escondía, lo buscaba. ¡Qué excitación! "Sol me la ha revolucionado", pensé preocupada. Finalmente empezó a morderlo con ganas y así se pasó el resto del día. "Ah, no, qué astuta" caí en la cuenta después, "pensaré en ella mientras le dure el hueso a Coco". Y es grandísimo.