Coco ha pasado unos días en Camorritos, rodeada de niños, en una casa maravillosa en pleno bosque a la que constantemente llegan visitas, haciendo pis y caca en cualquier sitio del jardín y ladrando todo lo que le apetecía, que es lo mismo que decir todo lo que ladraba Jara, porque ella iba siempre detrás. Camorritos es territorio de Jara y allí es ella la que organiza y manda. Al principio Coco nos buscó, nos contaron Abraham e Isabel, pero luego se adaptó perfectamente. Eso sí, cada noche durmió en un sitio diferente a pesar de que le habían puesto su cunita al lado de la de Jara; con Lola, en el salón, a los pies de la cama de Abraham e Isabel...
La misma tarde en la que llegamos de nuestro viaje (Coco se puso tan contenta al vernos, haciendo esos movimientos que ella hace siempre que se alegra, agitando compulsivamente las patas incapaz de articular ladrido) me encontré al entrar a la cocina a una niña visitante, Mariana, con Coco en brazos. Nuestros ojos se cruzaron y vi su mirada de resignación, quietecita, sin mover ni una pata, como teniendo cuidado de que no la tirara en un descuido, y pensé: "qué perrita tan buena, qué suerte tengo". Después, ya en nuestra casa, me he pasado varios días achuchándola, abrazándola y besándola.