viernes, 3 de septiembre de 2010

LA OPERACIÓN DE COCO


Coco ya está operada. Estaba previsto hacerlo a finales de agosto pero las fechas no eran buenas y finalmente ayer Candela la operó. Con gran disgusto de Esteban, he de decir. Durante tiempo hemos estado hablando sobre si era bueno o no; para ella, para nosotros. Incluso ayer mismo, antes de llevar a Coco le pregunté: "¿vamos a enfadarnos por esto?", me contestó que no. Menos mal.
Los veterinarios lo aconsejan (por supuesto Esteban dice que lo hacen para ganar dinero) y he estado leyendo aquí y allá sobre los inmensos beneficios para su salud: evitas los celos y su estado anímico, los embarazos psicológicos, tumores y otras enfermedades sexuales. Chusa dice que sí a todo esto pero también afirma que "es egoismo puro, para que nosotras vivamos mejor, porque al fin y al cabo le estás quitando algo que ella tiene, dicho esto yo lo he hecho con mis dos gatos, Benito y Lupe". También he escuchado argumentos como el de Isabel y Lola: "¿y le vas a negar la expericencia de ser madre?". ¡Pero que estamos hablando de una perra! Además, una vez convertida en madre, ¿la vas a separar de sus cachorrillos? ¿eso no es crueldad? Evidentemente si me fuera a dedicar a la cría de yorkies ni se me ocurriría hacerlo (por cierto, me parecen horribles esos criadores que exprimen a sus perras como si fueran vacas lecheras embarazándolas una y otra vez). Pero no me veo asistiendo al parto de cachorrillos, cuidándolos un par de meses, vacunándolos, educándolos, y luego intentando colocarlos para no tener que abandonarlos o darlos a una tienda, que vaya usted a saber si los aceptarían. Creo que sería incapaz de separarme de ellos. Bastante enganche emocional tengo ya con Coco como para añadirle sus crías. Y no quiero salir de paseo con ella y tener que estar evitando a los perros del vecindario... El tema da mucho de sí. La prueba es que durante el ultimo mes ha sido fuente de discusión entre amigos y entre nosotros mismos.
Pero una vez convencida de que hay que hacerlo, llevada la perrita a la clínica, y recogida varias horas después (Esteban me dejó ir sola; "no quiero participar en su castración", dijo) tengo que contar que la experiencia está siendo muy dura. Porque la pobre Coco estuvo grogui toda la tarde de ayer y parte de la noche, y aún hoy y lo que queda. Porque por mucho que había leído y ya sabía, verle su bracito, perdón, patita vendada (donde tuvo la vía), la incisión en la tripita (con 4 puntos que le quitan en 10 días), el rapado de la pata y del vientre es estremecedor y se te parte el corazón. Y porque me he sentido un poco sola, diciéndome a mí misma que era lo mejor pero escuchando cosas terribles de los demás (incluso mi madre, ayer, me preguntó."¿por qué le hacéis estas perrerías a la pobre Coco?").
Ahora toca la recuperación; con antiinflamatorios y antibióticos que hay que darle con cada comida, con el cono para que no se lama la herida y al que aún no se ha acostumbrado, durmiendo con ella en brazos (al menos esta noche pasada) para que se sienta protegida, cuidándola y mimándola. Y en esto sí participa Esteban. Nos cuida a las dos. Qué bien.
(Por cierto, la buena de Coco me dejó alucinada; grogui total, se levantó a hacer pis en la caja de arena que está en la cocina).

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