domingo, 17 de octubre de 2010

COCO CON IGNACIO

Coco adora a Ignacio. A mi me da un poco de pena cuando Esteban le toma el pelo a Coco; le dice: "Coco, ¿quién viene?, ¡Ignacio!". Entonces Coco pone cara de sorpresa, levanta las orejas, empieza a mover el rabo a toda velocidad y se va a la puerta dando saltos y gimiento. Me da pena. Yo prefiero avisarla un rato antes. Le digo: "¡Coco, que va a venir Ignacio!", le abro la puerta y se sienta a esperar mirando a la calle. Cuando llega Ignacio, en moto o en coche, se lanza a por él loca de alegría.
Ignacio, como todos los niños, cuando era pequeño pedía un perro. Y yo, como todas las madres, le decía que no teníamos casa adecuada ni tiempo para cuidarlo. En cambio tuvo hamsters. No recuerdo si 2 o 3. Sí me acuerdo de una de ellas, Teresa (de hamsteresa), que a veces salía de la jaula si nos olvidábamos de cerrarla bien y se paseaba por la casa; yo la descubría por el ruido que hacía al morder comida que llevaba en sus carrillos y me la encontraba debajo del sofá. Otro se cayó por la terraza, era un cuarto piso, y se estrelló justo a la entrada del portal.
A pesar de estos antecedentes con animales, estoy deseando que Ignacio cuide de Coco en alguna ocasión.

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