Ignacio, como todos los niños, cuando era pequeño pedía un perro. Y yo, como todas las madres, le decía que no teníamos casa adecuada ni tiempo para cuidarlo. En cambio tuvo hamsters. No recuerdo si 2 o 3. Sí me acuerdo de una de ellas, Teresa (de hamsteresa), que a veces salía de la jaula si nos olvidábamos de cerrarla bien y se paseaba por la casa; yo la descubría por el ruido que hacía al morder comida que llevaba en sus carrillos y me la encontraba debajo del sofá. Otro se cayó por la terraza, era un cuarto piso, y se estrelló justo a la entrada del portal.
A pesar de estos antecedentes con animales, estoy deseando que Ignacio cuide de Coco en alguna ocasión.
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