lunes, 31 de enero de 2011

LA PERRA GATA

Es curioso, pero cada día que pasa Coco parece más una gata que una perra. Bueno, excepto cuando vamos de paseo y ve a lo lejos a un gato, que el instinto le brota de repente y sale disparada hacia él sin mirar ni por dónde va. El otro día, al volver de nuestro paseo le solté la correa, como siempre, al principio de la calle y le dije: "a casita Coco", y salió corriendo hacia casa, pero apareció un gato que estaba escondido debajo de un coche, que salió huyendo despavorido, claro, en dirección contraria, y allá que se fue tras él como alma que lleva el diablo. Me pegué un susto de muerte, estuve llamándola un rato y cuando iba a rendirme volvió a mi lado con el rabo entre las piernas, cabizbaja, para tumbarse a mis piés, como pidiendo perdon. Bueno, pues excepto en estos casos, llamemosles de exterior, Coco en casa parece una gata. Tiene su tierra de gato donde hace caca y pis. Su manía de estar dormida sobre mis piernas mientras trabajo en el ordenador, o sea, casi todo el día. Y ultimamente le ha dado por instalarse en un cojín del sofá mirando al patio a ver pasar pajaritos (¿es que no parece una gata en esta foto?). Yo creo que Coco es una perra "líquida" y de la misma manera que hay una sociedad líquida, y un amor líquido, muy bien explicados por Zygmunt Bauman, los perros son gatos a veces. Lo que no se es si los gatos son perros de vez en cuando. Le preguntaré a Chusa.

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