Aquí está Coco
posando en la escalera de servicio de nuestra casa en el paseo de Rosales. Las
normas de la vivienda dicen que los perros deben entrar por aquí; sólo pueden
hacerlo por la puerta principal si los lleva el dueño en brazos. Por supuesto,
yo suelo acarrearla como si fuera un bebé casi siempre, aunque a veces me salto
las reglas, cosa que me encanta -porque no entiendo que Coco vaya a manchar el
suelo con sus almohadillas mas que los zapatos de cualquier vecino-, y entra
toda chula atravesando el portal moviendo su rabito contenta y feliz.
La entrada de
servicio tiene una gran ventaja y es que, a veces, prefiero ir por ella, sobre
todo cuando salgo, ya que, aunque el portero tiene visibilidad y antes de que
mi mano llegue al picaporte ya está abriendo la puerta desde su lugar con el
interruptor automático, me permite saludar desde lejos simplemente con un
"gracias, buenos días" y retrasar la obligada charleta sobre el frío o calor que hace hoy hasta la vuelta.
El pasillo de
servicio es, como se ve en la foto, un escenario digno de tener en cuenta para
una película. La casa tiene su aquel. En la fachada hay una placa con el nombre
del arquitecto, Vicente Eced y Eced -el que con Luis Martínez-Feduchi diseñó y construyó el Edificio
Carrión, también conocido como Edificio Capitol, en la Gran Vía- y el año de
construcción, 1971. La verdad es que yo, que llegué a esta zona allá por 1968
-mi padre aún sigue viviendo en Princesa-, no recuerdo lo que había antes aquí
ni cómo se levantó este edificio que, al parecer, se proyectó para ser un hotel
y sobre la marcha se transformó en viviendas, de ahí sus pasillos y la amplitud
de la entrada o recepción -y esto sí que es vintage puro, con un
mostrador increíble y un mueble radio alucinante-, con distintos salones y ascensores.
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