martes, 24 de mayo de 2016

POR LA OTRA PUERTA


Aquí está Coco posando en la escalera de servicio de nuestra casa en el paseo de Rosales. Las normas de la vivienda dicen que los perros deben entrar por aquí; sólo pueden hacerlo por la puerta principal si los lleva el dueño en brazos. Por supuesto, yo suelo acarrearla como si fuera un bebé casi siempre, aunque a veces me salto las reglas, cosa que me encanta -porque no entiendo que Coco vaya a manchar el suelo con sus almohadillas mas que los zapatos de cualquier vecino-, y entra toda chula atravesando el portal moviendo su rabito contenta y feliz. 
La entrada de servicio tiene una gran ventaja y es que, a veces, prefiero ir por ella, sobre todo cuando salgo, ya que, aunque el portero tiene visibilidad y antes de que mi mano llegue al picaporte ya está abriendo la puerta desde su lugar con el interruptor automático, me permite saludar desde lejos simplemente con un "gracias, buenos días" y retrasar la obligada charleta sobre el frío o calor que hace hoy hasta la vuelta.
El pasillo de servicio es, como se ve en la foto, un escenario digno de tener en cuenta para una película. La casa tiene su aquel. En la fachada hay una placa con el nombre del arquitecto, Vicente Eced y Eced -el que con Luis Martínez-Feduchi diseñó y construyó el Edificio Carrión, también conocido como Edificio Capitol, en la Gran Vía- y el año de construcción, 1971. La verdad es que yo, que llegué a esta zona allá por 1968 -mi padre aún sigue viviendo en Princesa-, no recuerdo lo que había antes aquí ni cómo se levantó este edificio que, al parecer, se proyectó para ser un hotel y sobre la marcha se transformó en viviendas, de ahí sus pasillos y la amplitud de la entrada o recepción -y esto sí que es vintage puro, con un mostrador increíble y un mueble radio alucinante-, con distintos salones y ascensores. 

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